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Es lo que desde la sociología o la política se conoce como rol social y que la academia la define como “un modelo organizado de conductas relativo a una cierta posición del individuo en una red de interacción, ligados a expectativas propias y de los otros” (Enrique Pichón, 1985).
Toda actividad social, pública o privada, nos obliga a desempeñar un rol aceptado y convenido, que permite el normal funcionamiento de una sociedad. El rol del servidor público y el servidor privado (empresario) es similar porque ambos tienen como objeto prestar un servicio a un usuario - cliente que busca satisfacer una necesidad social o individual, pero, se diferencian en el interés que les asiste. El servidor público obedece a una obligación impuesta por la constitución, la ley o los reglamentos, mientras que el privado busca una utilidad, una ganancia, una retribución económica.
En ambos casos, independiente del fin buscado, el usuario - cliente es para el Estado y empresario no un mendigo de un servicio o mercancía, sino quien busca satisfacer su necesidad pagando por ésta, mediante el tributo al que es sometido por el Estado (impuestos, tasas y contribuciones) o con el dinero pagado al momento de adquirir la mercancía (empresario privado).
Este extendido preámbulo, para manifestar mi más absoluto rechazo al modismo impuesto por los yupies, coaches o tecnócratas modernos, asesores del sector privado y público, y que han llevado cada vez más a que se requiera de sus subordinados para la atención del servicio ofrecido, les respondan: “ya le colaboro”. ¿Le colaboro? O como atinan otros: “le hago el favor”.
Si la función del servidor público es servir, como fin esencial del Estado, y la del trabajador privado y empresario es vender un producto tangible o intangible a cambio de una retribución económica de parte del cliente, ¿cómo nos pueden decir: ya le colaboro? Esta soterrada manipulación va direccionada a someter más al usuario -cliente y hacerlos sentir como un mendigo y sometido social y no como un ser humano, que tiene con ocasión de su condición de usuario - cliente una relación con ellos de tipo horizontal y en un plano real de igualdad.
Como el rol social es una construcción y adaptación compartida, así en un principio se haya impuesto o adoptado por unas mayorías o por consenso, nos corresponde a quienes hacemos parte de esta sociedad determinada, evitar que, mediante la costumbre se manipule el inconsciente y nos hagan ver no como unos ciudadanos que integramos una colectividad política en una relación de igualdad de derechos, sino como unos instrumentos más de mercantilización en una relación productiva en la cual, el poder siempre sale ganancioso. Por eso, no más: “ya le colaboro”.
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