Por la continuidad del mandato progresista

Rodrigo López Oviedo

Variados son los métodos que emplean las derechas para torpedear el camino de los gobiernos de izquierda. Tales métodos han venido siendo utilizados desde cuando Petro asumió la presidencia, aunque sin que muchos nos percatemos de su dañino efecto.
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Algunos de quienes transitan por esos caminos buscan abiertamente la caída del líder, no importa si mediante golpes blandos o duros. Otros, desde el Congreso, lo hacen a través de la oposición sistemática a sus iniciativas, también importando poco que tengan que hacerlo embrollando las discusiones, acudiendo a falsos impedimentos, disolviendo quórums, posponiendo debates, etcétera, a no ser que dejarle pasar alguna que otra de tales iniciativas, -eso sí, las menos reivindicatorias y lo más mutiladas posible-, puedan dar lugar, como contraprestación, a alguna alta dignidad o jugoso contrato.

Pero hay también quienes quieren que sus deseos golpistas no se hagan evidentes, y los disfrazan con noticias falsas, acusaciones judiciales sin fundamento y comentarios que en apariencia envuelven solo inconformidad, inquietud, desconsuelo, sin que de tales presuntos malestares puedan deducirse intenciones malsanas contra el mandatario; por el contrario, dando a entender que lo que pretenden es manifestar su preocupación por la suerte que le pueda sobrevenir. Ah, y también preocupación por las frustraciones que deben estar experimentando los electores al ver que las motivaciones que los llevaron a las urnas no se están cumpliendo ni siquiera medianamente.    

Estos opositores, en lugar de presentar un balance objetivo de las circunstancias en que han tenido que actuar el presidente, su equipo de gobierno y su bancada en el Congreso, aparentan no estar enterados de todo el poder que ha sido empleado contra ellos por las castas oligárquicas que sueñan  con retornar al ejecutivo cuanto antes, o por lo menos en el período presidencial siguiente, lo cual significa ponerle fin a la etapa de cambios que hoy se vive, aunque sin la profundidad deseada.

Estos personajes terminan siendo los más dañinos, pues el veneno que destilan aparenta no ser tal, y sin embargo va penetrando gota a gota en el ánimo de la ciudadanía, adormilándola al punto de que no pueda reaccionar cuando el propósito de defenestración se haga inocultable, o inevitable la pérdida de las próximas elecciones.

A estos enemigos, que combinan tan peligrosos procedimientos, el movimiento popular está obligado a salirles al paso. Pero él por sí solo no puede. Requiere de la orientación de sus líderes y organizaciones, pues solo con su apoyo puede cualificar su conciencia y ponerla al servicio de sus objetivos, sin el riego de que tanta parafernalia confusionista lo desvíe de ellos. Ojalá estos líderes y organizaciones así lo entiendan, y prontamente.

 

Rodrigo López Oviedo

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