Ante los desmanes ocurridos en algunos municipios del sur y oriente del Tolima, motivados por el cierre intempestivo de la cadena de supermercados SuperCundi, más que un llamado a la calma y a la cordura, la sociedad de hoy requiere urgentemente una resignificación de los valores asociados a la ética.
Como es bien sabido por todos, las Farc gozan hoy de los niveles más bajos de aceptación y popularidad como partido político y la noticia de la Fiscalía General de la Nación, sobre posibles nexos de la cadena de supermercados SuperCundi y Merca Andrea, sirvió para que muchos habitantes del país desenmascaran sus odios en contra del proceso de paz, en contra de los subversivos y desde luego en la laxitud en la entrega de los bienes de la extinta guerrilla.
La posibilidad de ver a los exguerrilleros como unos empresarios del país dejó al descubierto las falencias de un proceso de paz que otorgó muchas prebendas a cambio de escasos beneficios, al menos ese es el sentir nacional, pero como afirma en su célebre frase Nicolás Maquiavelo, “El fin no justifica los medios”.
Los desmamen terminaron afectando a los empresarios de bien a los que generan empleo desarrollo y crecimiento para el Tolima, afectaron también al ciudadano del común, que se sintieron vulnerados y que aun percibe la sensación de inseguridad y desgobierno municipal, además de poner en vilo a las instituciones municipales, que terminaron por instaurar medidas similares a las de una región en guerra; por ende los Municipio tuvieron el honor de ser noticia nacional y tal vez internacional por más de tres días a cuenta de un grupo de desadaptados.
Ahora bien, si la intención era afectar el grupo político de las Farc o protestar en contra de ellos, considero que el objetivo no se cumplió, lo que sí quedó en evidencia ante estos hechos es que hay una crisis de los valores asociados a la ética, específicamente concentrado en los jóvenes que deberían ser considerados el futuro de una sociedad, en los lugares donde se presentaron los desmanes los informes dan cuenta de un gran número de menores de edad involucrados en los hechos, no es correcto protestar contra un ilícito con vías de hecho y menos usando la fuerza. Los que incitaron a los hechos, participaron de los desmanes o celebraron el proceder, actuaron con la misma perversidad que actúan los líderes de grupos ilegales que fraguan un asalto, una toma o una masacre.
Por tanto, desde este espacio el llamado es a la ética, al juicio, al buen proceder, a respetar la institucionalidad, lo que en sumatoria sería un resignificación de los valores asociados a la ética, no es correcto usar la fuerza ni las vías de hecho para protestar; no es correcto apropiarse de lo ajeno; no es correcto el vandalismo, no es correcto irrumpir en bien ajeno. Cuando optamos por una de estas conductas estamos poniéndonos al mismo nivel de un guerrillero, de un hampón o de un vándalo. El fin no justifica los medios, así sea en el país del todo vale; ni la falta de empleo, ni la falta de oportunidades, ni la posibilidad que los productos perecederos se perdieran es razón suficiente para poner en riesgo a los ciudadanos del común ni la institucionalidad regional. ¡Volvamos a la ética!
*Profesor Universitario
Julianricar_80@yahoo.es
- @profejulianr.
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