Puede ser uno o mil; otra vez los colombianos pareciéramos estar buscando el ahogado río arriba, enredándonos en titulares y en el juego mediático de las palabras y los números.
A esos “otros” hay que hacerlos visibles, se deben empezar a publicar sus historias, sus rostros, las tragedias y el dolor de sus familias, sus casos de manera pormenorizada. Si ello no se hace, no seguirán existiendo para nadie y, por tanto, nadie se interesará porque vuelvan vivos o muertos al seno de sus hogares.
Cada día comienza a develarse una nueva lucecita en esa pesada cortina del secuestro en el país con esos “otros”, esos que no fueron importantes si no hasta el momento en que se acabó el primer grupo de los “otros” conocidos para el país: policías, soldados y políticos secuestrados por la guerrilla de las Farc.
Pero bueno, no es hora de quejarnos ni de llover sobre mojado. Cada uno de nosotros debe comenzar a cumplir un papel crucial desde nuestra esquinita. Quienes podemos hacer públicas algunas de nuestras ideas y visiones, no dejar morir el tema, contar los dramas, recordar nombres de manera constante.
Hacer todo lo posible para que el letargo y la amnesia colectiva no se apoderen nuevamente del pueblo colombiano frente a esos hombres y mujeres de los que solo se sabe fueron secuestrados por la guerrilla o la delincuencia común en alianza con esta primera en su casa, oficina, vehículo o finca. O miembros de la Policía y el Ejército de quienes se dice simplemente fueron bajados de vehículos de transporte público y nunca más se supo de ellos. Nombres que no aparecen en el registro de secuestrados si no de desaparecidos ¿por qué?
En este caso son más preguntas que respuestas porque el ejercicio es buscar conmover a la guerrilla o a los secuestradores para que digan algo, den una pista sobre cualquier aspecto, rompan el silencio informativo y comenzar a armar un rompecabezas que podría tardar años.
No es tiempo de darnos por vencidos frente a este nuevo reto social que se nos presenta. Muy por el contrario es el momento de tomar un nuevo impulso y demostrar que esos “otros” secuestrados también son colombianos.
Cuántos de ellos podrían ser paisanos nuestros, ibaguereños y tolimenses que una vez secuestrados parecieron haber sido tragados por la manigua y nadie da razón ni quiere responder por ese asunto. A esos “otros”, como ahora se les llama hay que decirles que los tenemos presentes y no los olvidaremos. Es la mejor manera de contribuir para que regresen a casa.
No importa si esos “otros” son 450, 400, 200, 100 o 50, por ellos también hay que pedir su liberación. Si la cifra real es la del gobierno, la de País Libre, la de Colombianos y Colombianas por la Paz, la de la reciente organización creada para exigir su libertad, eso es lo de menos.
Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ - GERSAN-
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