Es realmente satisfactorio conocer los datos y las estadísticas de la Policía Nacional, del Ministerio de Transporte y del Fondo de Prevención Vial frente a que menos colombianos han sido sorprendidos conduciendo bajo el efecto del licor.
Más allá de que la nueva ley que endurece los castigos contra quienes se atreven a cometer el acto irresponsable, inconsciente y casi asesino de manejar un vehículo automotor después de beber, haya generado tal reflexión, lo cierto es que es un aliciente para el país y en especial para las nuevas generaciones, que esos guarismos tiendan a la baja.
En ello no se puede bajar la guardia y debe ser un compromiso de todos continuar expandiendo ese mensaje de que no tiene nada de divertido, de inteligente, de macho, de poderoso ponerse al volante después de unos pocos o muchos tragos. La tragedia estará cada vez más cerca de quienes tomen esta absurda decisión, pues pondrán en riesgo su vida y la de otras personas.
Esa mezcla absurda de alcohol y gasolina puede cambiar negativamente el futuro de alguien para siempre. Decía párrafos arriba que ello es satisfactorio también por el hecho de que más allá de que quien maneje no conduzca o de quien lo hizo pida o contrate un conductor elegido para que lo lleve a su casa, o deje el carro en el lugar donde ingirió licor; también lo es porque encuentra uno que cada día más personas salen a rumbear, a sus reuniones sociales, a compromisos de todo tipo, y se llevan el carro pero no toman.
Lo digo porque lo he visto en varias ocasiones y muchos amigos y conocidos me sugerían resaltar en este espacio de opinión dicho hecho. Es cierto, es ahora más común que antes que esté uno en matrimonios, primeras comuniones, reuniones de amigos o en sitios de diversión con personas que se están acostumbrando a bailar, divertirse, conversar y pasar un rato alegre sin ingerir una gota de licor. Tomando agua, gaseosa, un cafecito -incluso - porque deben conducir hasta sus hogares. Ese hecho de que la presión social y mediática no haga tanta mella en la voluntad de algunas personas es sin duda para destacar.
Esperemos que la entrada en vigencia de la nueva ley antiborrachos, de las campañas del Fondo de Promoción Vial no se detengan en su aplicación. Igualmente, que un fuerte ejercicio pedagógico se conserve en los medios de comunicación nacionales y regionales, pero, por sobre todo, que en escuelas, colegios y universidades de manera permanente se hagan ejercicios pedagógicos con la comunidad educativa frente a lo positivo de no conducir cuando se ha ingerido algún tipo de licor o sustancia alucinógena. El nuestro debe ser un país con menos borrachos al volante y, por ende, menos tragedias por contar.
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