Tengo que confesar que el mensaje de texto que el doctor Alfonso Reyes Alvarado, rector de la Universidad de Ibagué, envió a mi celular me sorprendió. Me encontraba laborando; decía que quería contar con mi presencia en un evento especial al día siguiente a las 11 de la mañana en el aula máxima de dicha universidad. Era el miércoles 3 de diciembre.
Respondí, como es debido y agradecí la invitación. Me sorprendió porque no tengo el honor y placer de ser amigo del doctor Reyes, por quien profeso una gran admiración por su hoja de vida académica, su nivel intelectual, pero, por sobre todo, por su desempeño profesional y personal que lo hacen un verdadero líder de nuestra ciudad. Fue mi jefe cuando tuve la grata experiencia de trabajar en la Unibagué.
El jueves 4 de diciembre sobre la 1:30 de la tarde tenía la sensación de haber recibido una gran lección de vida, de un gran maestro, en el lugar adecuado y haber participado de manera directa de un evento histórico para la vida del país.
Dos horas antes, sobre las 11:15 de la mañana, arribé al aula máxima de la Unibagué junto al señor Rector de la Universidad del Tolima, José Herman Muñoz Ñungo; ya algo se rumoraba entre los invitados respecto a que se trataba de un encuentro especial y se esperaba la llegada del señor Ministro de Justicia, Yesid Reyes Alvarado, y del expresidente Belisario Betancur. Al escuchar este nombre el humor me cambió un poco. Me dije: “Nuevamente oír al poeta de Amagá”, a quien yo creo fue el responsable indiscutible de que algunos miembros de los servicios de inteligencia del Estado y de militares actuara con sevicia contra los inocentes que quedaron encerrados en el Palacio de Justicia hace 30 años, cuando la guerrilla del M 19 decidió torpemente tomarse por asalto ese lugar en Bogotá.
“Que jartera ver ese señor miedoso y falto de carácter que no fue capaz de ordenar parar el fuego contra los magistrados y los civiles, imponerse a los militares como era su deber moral y constitucional o desplazarse a la Plaza de Bolívar y él mismo detener el fuego; y lo que hizo fue correr a esconderse en las enaguas de Nohemí Sanín”, pensé yo, recordando que en noviembre pasado en este mismo espacio había escrito una columna en ese sentido.
Así mismo, y mientras esperaba en la última hilera del salón, también recordé que cuando ocupaba el cargo de Secretario de Turismo y Comercio de la Gobernación, afortunadamente se me cruzó la agenda y no pude asistir a una cita con Belisario Betancur programa por Leonidas Lopéz, quien asesoraba a la Uniminuto, y quien lideraba algún tema de la Ruta Mutis y del proyecto de la Segunda Expedición Botánica, para el Ministerio de Cultura y el Viceministerio de Turismo; por alguna razón, y por una idea del expresidente Betancur los departamentos de Tolima y Cundinamarca debían integrarse por algo de la ruta. Digo afortunadamente, porque siempre pensé: “que mamera tener que estrechar la mano y estar obligado por cortesía y deber oficial escuchar ese señor”.
Minutos después entraron al aula máxima el senador Antonio Navarro, el Ministro de Justicia y Belisario Betancur; pasó justo a mi lado, yo seguía pensando lo mismo de él. Pero poco después mientras escuchaba al doctor Alfonso Reyes, lo veía altamente emocionado pronunciar cada palabra que cuidadosamente había escogido para la ocasión, al senador Navarro, al expresidente y al Ministro, comprendí porque aquel mensaje de texto. Cómo no alejar duros pensamientos que podamos tener frente a otros compatriotas, si ellos que sufrieron en carne propia la crueldad de aquel momento, quienes siempre recordarán las palabras de súplica que su padre hacía por la radio a la persona que ese día estaba allí pidiéndoles perdón y reconociendo sus errores cara a cara, estrecharon su mano de manera sincera, franca y sin rencor.
Tal vez muchos entiendan lo que pasó como un gesto de alto contenido emocional, pero NO. Lo que sucedió en la Universidad de Ibagué fue un inmenso acto de racionalidad y patriotismo, de ejemplo, de demostrar que perdón y reconciliación no son palabras de discurso de paz sino actitudes que deben poner en práctica y en marcha para evitar más confrontación entre colombianos. Gracias al doctor Reyes por permitirme hacer parte de un hecho histórico para el país, sin duda más relevante que cualquier acuerdo de paz que puedan firmar Gobierno y Farc. Confieso que salí pensando diferente sobre Betancur.
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