Paz: La más desgastada y abusada

Nelson Germán Sánchez

La palabra Paz, para los colombianos, como dirían en alguna región de la geografía nacional se “putió”. Es la más desgastada, manoseada, usada como comodín para justificar lo que sea, todo por cuenta y razón de los diálogos que el Gobierno de Santos y la guerrilla de las Farc vienen adelantando en Cuba, para lograr que este grupo insurgente medio cartel de la droga y de conductas terroristas, entregue sus armas y deja de asesinar civiles y militares, sembrar minas, extorsionar a campesinos y empresarios, llevarse para sus filas a niños y niñas para convertirlos en esclavos domésticos y sexuales, y muchos etcéteras más.

Desde el eufemístico nombre que se le dio a esos diálogos de dejación de armas y fin del conflicto armado con ellos (las Farc) se comenzó el error, el cual los medios de comunicación y los miembros de los partidos políticos mermalados del Gobierno multiplicaron a la N potencia, Engañando de paso de manera semántica a los colombianos.

Claro que también los partidos o el partido de oposición del ex presidente Uribe tiene su alta cuota de culpa, porque fue mezquino al tratar de señalar permanentemente y de manera genérica como diálogos de paz o firma de la Paz a esos diálogos con la guerrilla que son para el fin del enfrentamiento con ellos, impulsando aún más la confusión de los ciudadanos frente a lo que sucede y contribuye más al hundiendo de esta palabra.

Ni uno ni otro tuvo en cuenta que tanta manoseadera con la palabra Paz terminaría por quitarle valor y transcendencia a la misma. El gran problema es que con tal nivel de desgaste, porque ya las personas se han hecho un su cabeza un imaginario respecto a que una vez la guerrilla entregue las armas y se vaya a hacer política y ocupar cargos públicos, todos los problemas del país se acaban porque se firmó la mentada Paz.

Ese es precisamente el peligro si no hacemos todos pedagogía pública y privada respecto a que no es la Paz lo que se firmara entre Santos y Timochenko en La Habana, ni que con ello terminar todos los conflictos del país, la inequidad social y económica, los abusos de los bancos y ciertas empresas, la corrupción, la putrefacción en la clase política, la inseguridad que campea de norte a sur en el territorio colombiano, la falta de empleo, la crisis del sector salud, y otra serie de dificultades que no alcanzaría a escribir.

El gran temor es que al haber hecho de esta una palabra tan común, sin valor, sin sentido, sin importancia, sin apropiación, ahora decir Paz es como decir pan, a diferencia de que este segundo se siente, se coge, se come, mientras la primera se sigue sintiendo en abstracto, solo ideas, no se sabe de qué habla de manera específica, menos se siente y puede que se dé en la imaginación.

Además, pensando un poco prospectivamente, el daño que se le puede hacer al término puede ser profundo e irreparable con el pasar de los años, pues si la gente está creyendo que Paz es igual a cero inseguridad o lo mismo que riqueza, igualdad, respeto al medio ambiente y no sé qué más cosas, ahí sí que dicha palabra perderá todo valor y asidero. Por eso, es hora de llamar las cosas por su nombre y decir con todo respeto que lo que se firmará con la guerrilla de las Farc en La Habana no es la PAZ, ni nada que se le parezca, por tanto, es responsabilidad de todos aclararlo frente a la posible refrendación por voto popular que se pretenda hacer de los acuerdos, para no cometer un error histórico por el afán de llamar irresponsablemente a todo Paz y no como es debido.

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