Pelea de toche con plátano maduro

Por más campañas que se hagan para que los colombianos compremos colombiano, para que se privilegie la producción nacional frente a las producciones extranjeras, no habrá equilibrio comercial en el futuro y vamos a perder todos. Será una pelea de toche con plátano maduro, como decían nuestros abuelos.

Me refiero al cacareado TLC con los Estados Unidos, que está próximo a aprobarse. Tanto rogar para saber que, de todas maneras, tendremos que descubrir, sin derecho al arrepentimiento, que nos llevaremos la peor parte.

Y es que ahora, cuando estamos en crisis económica mundial, a los estadounidenses sí les interesa aprobar rápido el tratado con Colombia. Para salir más rápido de ella, como lo ha dado a entender Míster Obama en varias ocasiones. Ha explicado que necesita generar empleo y por eso es importante el TLC con Colombia. Claro, nos invadirán de mercancías y sus industrias podrán sostener mayor cantidad de población ocupada y con capacidad de compra. Nosotros no.

¿Quién convence a un colombiano de no comprar los productos importados, que son más baratos y de mayor calidad, frente a los nacionales más caros y de calidad inferior? Nadie. ¿Por patriotismo? Eso es algo que ya no se menciona ni se usa, por eso somos globalizados y por eso hay coterráneos que se sienten más gringos que los propios gringos. Y si a eso le agregamos nuestra insobornable calidad de arribistas, no habrá producto nacional que se sostenga.

Entonces comenzarán a quebrar nuestras pequeñas industrias, a crecer el desempleo y a perderse el poder adquisitivo. ¿Será por eso que se dice que no se es pobre si se reciben ciento noventa mil pesos mensuales? ¿Es para preparar el terreno frente al incremento de la pobreza?

Pero se supone que nosotros vamos a exportar nuestros productos… Sí, claro. Algunos. Sobre todo materias primas que ellos necesitarán para transformarlas en mercancías que luego nos venderán sin aranceles, merced a las bondades del Tratado. El desequilibrio será horrible y catastrófico.

Por fortuna no soy economista y lo que digo es apenas una intuición sentida. Los profetas son otros, economistas por supuesto, y con más cartones que un tugurio, que si fueran tan científicos como lo pregonan, no habría sobresaltos. Pero son tan ficcionales como los escritores y también viven en la mentira, aunque siempre digan la verdad y piensen que todos la comparten.

El mundo, entonces, camina por otros lados, como si no viviéramos en el mismo.

En fin. Lo que quiero decir con todo esto es que nos preparemos para la crisis y que ojalá no nos coja con los calzones abajo y la mirada perdida, dándole gracias al del norte por los favores recibidos.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

Comentarios