Algo parecido me sucedió con Herta Muller, aunque con ella fue más difícil. La escritora alemana era una ilustre desconocida en nuestro medio y, por supuesto, ninguna obra suya era posible conseguir en ninguna librería. Meses después viajé a Bogotá para adquirir los títulos recién editados para el área idiomática española.
Pues ahora tengo en mis manos la novela Mo Yan “Grandes pechos amplias caderas”, en su tercera edición, traída a Ibagué por Panamericana. Y me digo, al menos ahora ya podemos contar con las últimas novedades literarias en nuestra ciudad.
Pienso que no va a circular mucho porque el precio es bastante alto, lo cual no permite que se difunda como se quisiera. Y uno se dice, si un libro de los nuestros vale diez mil y casi no se vende, ¿cómo se difundirá uno de cien mil, con ochocientas treinta y seis páginas, impreso en la madre patria? Tal vez sólo los gomosos de la literatura como yo, los amantes del goce de la lectura, haremos el esfuerzo de acceder a la novela y evitar otros gastos mientras tanto.
Pero, claro, él es un Nobel, cronista de la tierra de Mao, lo reconoce el gigante chino, mientras que a nosotros a duras penas nos conocen en la casa y un círculo de amigos y es natural que nadie quiera leer escritores desconocidos.
Los elogios cunden en los medios literarios, y en los otros se reconoce el talento del autor o se opina sobre su posición política como creador frente al Estado.
Con seguridad no será contradictor de Mao ni del Estado o le pasaría lo mismo que a Gao Xingjian, Nobel también hace doce años pero no reconocido por su patria, exiliado y perseguido, autor de esa gran novela “El libro de un hombre solo”.
Aunque esta novela de Mo Yan fue publicada en el año 96 del siglo pasado, la edición en español se hizo en el 2007, agotada por supuesto con el revuelo del Premio Nobel, y a nosotros nos llega la recién salida del “horno”, la edición 2012. Que es la que huele a tinta fresca en mis manos y ahora hace volar mi imaginación con su lectura.
La escritura del Nobel Chino ha despertado innumerables reacciones, como la del crítico Amy Tan: “La voz de Mo Yan encuentra el camino hacia el corazón del lector como sólo han podido Kundera y García Márquez”.
A leer al Nobel Chino, pues, cuya altura literaria parece estar por fuera de toda discusión.
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