El 2012 fue un gran año para la literatura tolimense…
Y lo afirmo porque se pueden destacar varios libros que han calado en la historiografía literaria nacional y vieron la luz a lo largo de él.
Hace casi un año, por ejemplo, aparecieron dos novelas de escritores experimentados, de solvencia literaria probada en muchos escenarios y parte indiscutible de la cultura nacional: “Verónica resucitada”, de Carlos Orlando Pardo, y a “El robo de la cañonera”, de Héctor Sánchez Vásquez. Son dos novelas de factura impecable y solvencia en el lenguaje, deleite para los lectores del país.
Para la Feria Internacional del Libro de Bogotá, se lanzaron “El predestinado”, de Jairo Torres Sánchez, su primera novela publicada, una obra de madurez, de conocimiento profundo de la realidad del país, adornada por una imaginación desbordada.
“El pianista que llegó de Hamburgo”, de Jorge Eliécer Pardo, que es parte de su “Quinteto de la frágil memoria”, y es un afortunado encuentro literario con la violencia de mediados del siglo pasado, como marco de una historia de amor intensa o, mejor, la historia de los más definitivos amores del pianista alemán, asentado en nuestro territorio.
Y “Por el ojo de una aguja”, de Guillermo Hinestrosa Villamizar, una novela de la cotidianidad, de los tiempos que corren donde la envidia, la codicia y el afán de lucro y figuración, envuelven el mundo de la publicidad. Sus páginas se recorren con avidez y es, con relación a las demás, la de mayor facilidad de lectura.
En el segundo semestre copa el interés literario nacional la aparición de la novela “La serpiente sin ojos”, de William Ospina. Con ella completa su trilogía con la cual erige su canto al Amazonas en la época de los heroísmos, la crueldad, la imposición a sangre y fuego en nuestro continente de la cultura occidental: la conquista de América.
Otros tres libros, que tienen que ver con la literatura, igualmente necesarios para la cultura nacional, son: “El taller de escrituras creativas”, de Libardo Vargas Celemín, una investigación esclarecedora del desarrollo de estas entidades culturales en nuestro medio; “El porvenir incompleto”, sobre tres novelas históricas, y “El espacio imaginario en la poesía de Carlos Obregón”, de Nelson Romero Guzmán.
Estas dos obras señalan y resaltan la importancia de la investigación para la historia literaria del país.
Por último, “La ciudad de Ibagué: la otra versión de su fundación”, de Floriberto Cardona Cedano, libro polémico y revelador, que demuestra que la historia nunca es definitiva.
El 2012, entonces, fue un año especial para la literatura del Tolima.
A propósito, un feliz 2013 para todos los escritores porque, sencillamente, quienes inventan universos merecen nuestro respeto a su creación.
El 2012 fue un gran año para la literatura tolimense… Y lo afirmo porque se pueden destacar varios libros que han calado en la historiografía literaria nacional y vieron la luz a lo largo de él.
Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ
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