(¿una forma de acallar clamores y reclamos en un país arribista y conforme con su suerte?), que busquemos crear un cartel que nos defienda de la desenfrenada y atroz embestida de los pudientes, esos que roban, asesinan, mandan, gobiernan, desgobiernan, encarecen, trastocan leyes a su acomodo, reinan desde la cárcel, donde “gozan” de una condena protocolaria, o “sufren” la vida por cuenta nuestra en los más encumbrados sillones de nuestra maltrecha democracia.
Esos que ahora nos agreden sin el menor reato, descaradamente, porque con la maraña de leyes que se inventan relevaron de su importancia la lealtad, la moral, la rectitud y la justicia.
Se me ocurre que ese cartel se arme -y no sólo de valor- para contrarrestar el terror con que amenazan desaparecer a quienes visibilizan sus atropellos y sus malas prácticas políticas y culturales, sus triquiñuelas económicas, sus componendas sociales.
Si la justicia está tan corrompida como quienes la violan, ¿qué podemos hacer los “nuevos ricos”, según el Dane, para defender nuestro derecho a la educación, a la salud, al trabajo y a la vida?
Se me ocurre. Qué tal que el terror con que nos amedrentan para que nos quedemos callados cuando nos quitan tierras y salarios se lo devolviéramos y fuera nuestro cartel, el cartel de los ricos, el que los amedrente para que no vuelvan a delinquir, para que no vuelvan a abusar de la gente buena, para que no maltraten a nuestras mujeres o a las suyas, para que no asesinen niños ni periodistas ni condenen a las minorías a más siglos de destierro, vejaciones y desplazamientos.
Se me ocurre. Sería como en las películas. Esa parranda de magistrados y gerentes y ministros y viceministros y procuradores y directores, con cola de lagartos y cara de ratas hambrientas, huyendo al destierro del desprecio por cuenta de un pueblo al que han manipulado a su acomodo durante 200 años de “independencia”.
Nuestro cartel de los ricos haciendo valer la verdadera justicia, la de todos, no la de los depredadores del poder y despilfarradores del bien público. Este cartel les daría por el… Se me ocurre.
Claro que me puede pasar como en el chiste, aquel en que un colombiano propone que declaremos la guerra a los Estados Unidos y entonces los gringos, agrega, nos invaden y, claro, nos ganan la confrontación y entonces nosotros pasaríamos a ser un nuevo estado de su poderoso país y nos desarrollaríamos como nunca lo hubiéramos imaginado.
Pero le riposta el optimista, ¿y qué tal que les ganemos? ¿Qué hacemos
Se me ocurre…
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