Cosas de familia

La familia es, sin lugar a dudas, el centro neurálgico de la sociedad. Y lo es más para la literatura, cuya temática, consciente o inconscientemente, pasa siempre por la infancia del autor y, por tanto, por la familia como base formativa del hombre.

La familia es, sin lugar a dudas, el centro neurálgico de la sociedad. Y lo es más para la literatura, cuya temática, consciente o inconscientemente, pasa siempre por la infancia del autor y, por tanto, por la familia como base formativa del hombre. 

La familia como espejo de la sociedad, con todas sus confrontaciones, sus rupturas, sus transformaciones, es el eje de Libertad, la novela de Jonathan Franzen. En ella nos dibuja un retrato de la sociedad actual estadounidense y, más allá, de la sociedad contemporánea en el mundo regido por la globalización.

Como eje de la familia, el padre es, para muchos, el ídolo, el ejemplo a seguir. Posiblemente sea para otros despreciable, casi delincuente.

En la literatura, el padre casi siempre es un personaje que pocas veces rebaza los términos de la cotidianidad. Sobre todo cuando es llevado a la calidad de ficción por el propio autor, con algunos rasgos de la realidad y mucho de imaginación.

Sin embargo, algunos autores tienen la valentía, tal vez el coraje, de despojarlo de su carácter idílico para llevarlo a la categoría del personaje común y corriente, con sus defectos, sus miserias y sus mezquindades. El propio padre del autor es en esta forma el protagonista de la novela de Paul Auster La invención de la soledad, de una sinceridad a veces espeluznante. 

En la voz de Auster piensa su padre de la poesía: “Como mucho podía considerarse un pasatiempo, una forma agradable de entretenerse entre las cosas que verdaderamente importaban. Mi padre pensaba que yo estaba derrochando mi talento y que me negaba a crecer” (p. 90).

En Mo Yan, último premio Nobel, el personaje principal de la familia es la madre y sobre ella erige su novela Grandes pechos, anchas caderas, que, por supuesto, también es la visión del desarrollo social, político y económico de la China actual. También lo hace de una manera descarnada, realista, no sólo de la visión de la madre como persona, sino, también, de la sociedad que se transforma, pasa por la revolución cultural de Mao hasta el híbrido económico actual.

Pero también la abuela ocupa la literatura como protagonista, igualmente con todo el realismo de que puede ser capaz una historia personal. Es el caso de Verónica resucitada, novela de Carlos Orlando Pardo, en la que, con la misma valentía derrochada por Auster con su padre, la abuela vuelve a la vida en la ficción con su historia personal, sus miserias, su existir aventurero, sus fracasos y sus escasos momentos de felicidad. Como en la vida.

No son los grandes temas trascendentales que espera el lector común encontrar en la literatura, sino historias personales que crecen y se vuelven ejemplarizantes. Cosas de familia.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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