Vuelve el circo

Benhur Sánchez Suárez

Debemos aprestarnos a vivir otros meses de promesas y mentiras. A padecer la fastidiosa pasarela de los que buscan el favor de los espectadores. A confirmar una vez más la conducta de aquellos que, si fueran éticos, no deberían subirse a la tarima de los candidatos para exhibir sus miserias morales y ganarse el favor de unos cuántos votos de incautos y necesitados.

Eso me dijo un amigo hastiado, como yo, de ese ejercicio de la falsa democracia. Lo más grave, le respondí, es que si no se ganan el favor del elector por sus principios y programas, lo sojuzgan, lo compran o lo amenazan, para lograr de todas maneras su elección. Viven a expensas de nosotros.

Además, le confesé, después de venir desgastándome en análisis y observaciones, he llegado a una conclusión, descabellada tal vez. ¿Por qué esos individuos, a pesar de sus delitos manifiestos, vuelven al ruedo de la arena circense? Porque esa es su profesión.

Un profesional aplica los conocimientos de su espacialidad y siempre buscará ejercerla para vivir. Por ejemplo un médico o un arquitecto o un abogado. De ese ejercicio ha de vivir porque es su vocación y para eso se formó en la universidad.

Mi conclusión es que la política es una profesión que sólo deben ejercer los ciudadanos con preparación para ello. Su desempeño dependerá del nivel de exigencia que reciban de sus electores.

Por eso ellos se lanzan de nuevo al ruedo, porque viven de su práctica, a su acomodo. Su castigo debiera ser no elegirlos porque ser político significa una preparación profesional, como cualquiera otra y no una sonrisa hipócrita.

Uno no le confía la construcción de su casa a un ganadero. Ni su salud a un tegua. De la misma manera uno debiera votar sólo por quien haya dado a conocer su formación y sus proyectos. Y uno esté de acuerdo, por supuesto.

Pero no es así. Hoy en día, en el mundo del descaro y el cinismo, no son elegidos los honestos, sino los que con dinero avalan su ansiedad de votos. Y cuando el dinero es el protagonista se abre el abanico de las posibilidades, los patrocinios, muchas veces ilegales, porque el poder está detrás del voto.

Cuántas personas sin ninguna formación política acceden a los cargos de elección popular. Por eso estamos donde estamos, doscientos años de atraso en lo social y en lo político.

Así que, mi querido amigo, la única manera de zafarnos de los ladrones, corrompidos y asesinos es eligiendo a otros, aquellos que sepan ejercer la profesión de políticos y no el pernicioso oficio de la politiquería.

Ojalá la pasarela nos ofrezca mejores posibilidades. De lo contrario nos volverá a llevar el que sabemos.

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