He notado con preocupación que nuestra ciudad y nuestra región no aparecen en los informes que los medios de comunicación nacionales hacen por diferentes motivos. La última revista Semana es un ejemplo.
Es como si lo que hacemos no le importara a nadie, fuera de los que participamos en sus realizaciones, sean estas económicas, sociales, políticas o culturales.
¿Será que lo hacemos mal y por eso no tienen trascendencia para el país?
En estas semanas lo que se ha movido es el tema electoral y para los medios el país son solo cuatro ciudades. Nosotros somos invisibles para los informes, no representamos nada para el consenso nacional, nuestra capital no tiene influencia en la conformación del mapa informativo del país, menos aún nuestro departamento.
Es triste un panorama así. Porque nosotros también existimos, también aportamos al progreso del país, también pensamos y creamos, somos pujantes y tenemos optimismo.
Es triste que nada de lo que hacemos logre llamar la atención para confirmar de algún modo nuestra existencia.
¿Será por culpa de los artistas y escritores que, según directivos de cultura, no aportamos nada para que la ciudad y el departamento crezcan? ¿Acaso no será por la ineptitud de los funcionarios que no saben administrar los bienes públicos aunque son egregios administradores del crecimiento de sus bienes personales?
En lugar de extrañarse porque los artistas cobremos por nuestro trabajo, debieran saber que es una obligación moral de la administración estimular y reconocer el ejercicio de su profesión, sea cual fuere la especialización de cada uno.
La época en que los artistas eran los bufones del reino, que actuaban por cualquier cosa, incluso sin retribución, ha pasado a la historia. Tal vez los que desconocen las dinámicas de la sociedad moderna sigan creyendo que eso de componer, de escribir, de cantar, de pintar o de actuar es un pasatiempo que no debe generar pago alguno. Pobres seres humanos.
Yo creo que aportan más los artistas que llevan su nombre por muchas partes del mundo que los ineptos que demuestran a diario su incapacidad para proyectar los destinos que se han puestos en sus manos. Son más importantes las novelas de William Ospina, de Carlos Orlando Pardo, de Héctor Sánchez o las composiciones de Santiago Cruz y Olga Walkiria, que muchos programas culturales oficiales, desconocidos para los propios habitantes de la ciudad.
Pero aunque no nos mencionen en los medios, lo cierto es que tenemos que elegir quiénes serán nuestros próximos gobernantes (¿o verdugos?)
Debemos tener, entonces, el optimismo de creer que los votantes el próximo domingo van a ser conscientes y rechacen los promeseros de siempre para que cambien las condiciones de vida de los ciudadanos y no sólo los bienes materiales de los elegidos.
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