No soy dado a “pobrecitear” a nadie pero las noticias de prensa me obligan a hacerlo. Nada más deprimente que la mirada perdida, el rostro adusto, el cuerpo encorvado de un hombre que no hace poco era uno de los magnates más reconocidos de Colombia, manejaba las finanzas del país, o casi, y se pavoneaba por los círculos más exclusivos del gobierno y la sociedad, dueña, miserablemente dueña, de nuestros destinos.
Si hasta se le olvidó dónde está parado, dicen, no sabe dónde metió los pocos dólares que se llevó para vivir como un “pachá” en Europa. Ahora quiere despertar la conmiseración de sus conciudadanos, volverse mártir, pobrecito el señor Maldonado, con el cuento de dolencias inconcebibles para quien se ha dado la gran vida, ha viajado por el mundo y no con un morral al hombro, ni echando dedo como nos ha tocado a quienes hemos querido conocer el otro lado de la vida.
Con seguridad saldrá indemne porque la justicia de este país está hecha para favorecer a los pudientes, así no puedan, cometan los desmanes que cometan, mientras a un pobre ciudadano que haya robado para alimentar a sus hijos, porque esta sociedad desigual no le ofreció otra salida, lo pudren en la cárcel.
Y si por casualidad lo condenan, será sólo de nombre, porque lo mandarán a su casita, esa pocilga donde no carecerá de nada y hasta recordará dónde guardó esos pesitos que sin querer sacó del país sin que nadie se diera cuenta.
Otro pobrecito señor se robó con sus patrones una EPS porque creyó que era Empresa Para Saquear y no el futuro de la salud de un pueblo honrado. Pobrecito el señor Palacino, sufriendo con el inclemente calor de Miami, también recluido en una pocilga con vista al mar y playa con estrellas.
Más cruel, según los envidiosos como yo, será cuando los declaren libres de toda culpa, no porque no sean culpables y delincuentes, sino por vencimiento de términos. Eso que también busca el pobrecito Samuel, el Decanas de la corrupción en Colombia, que se hace el pendejo y dilata el proceso para llegar a la meta de los vencimientos y la pocilga subsiguiente.
Aún más cruel, según otros envidiosos como yo, será cuando el pueblo colombiano reviente con más impuestos para cubrir los faltantes ocasionados por esos sinvergüenzas pobrecitos que, con la ayuda de dios, no devolverán un peso porque se les olvidó dónde los guardaron.Por el contrario, el castigo será para nosotros los contribuyentes. Como siempre ha sido.
Nosotros cubriremos el hueco de Saludcoop y esos pobrecitos, con sus secuaces a bordo, seguirán pelechando del saqueo en otra EPS, porque también es de su propiedad. Vaya desgracia de justicia. Vaya vergüenza de país.
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