“El caso del capitán Alfred Dreyfus, a finales del siglo XIX y principios del XX en Francia, tuvo su origen en un error judicial que provocó una sucesión de crisis políticas y sociales, dividió a la sociedad y hoy se le recuerda como un símbolo moderno de injusticia e inequidad todo por las dudosas motivaciones de la razón de estado” (ver es.wikipedia.org/wiki/Caso_Dreyfus).
El caso de Sigifredo López, mutatis mutandi, puede colocar a los colombianos ante una situación social y política de insospechadas consecuencias, con analogías posibles a lo que sucedió con Dreyfus en Francia entre 1894, cuando fue condenado y apresado, y 1906, cuando fue declarado inocente y restituido en todos sus derechos civiles y militares.
Del caso Sigifredo pueden estar dependiendo en el inmediato futuro: la confianza en la administración de justicia colombiana, que no pasa precisamente por buenos momentos; la cohesión social y, por qué no decirlo, hasta el logro de la paz.
La Fiscalía, con el Fiscal General a la cabeza, tiene que probar este caso más allá de toda duda razonable. Aquellos que fungirán como jueces, tienen que actuar con mesura y evitar un error judicial.
El fiscal general Montealegre, casi recién nombrado, anunció que en materia de FARC-POLÍTICA la Fiscalía daría reveladoras noticias. Cualquiera sea el escenario futuro, una declaración de inocencia del exdiputado y exsecuestrado o una confirmación de los cargos que se le endilgan, existen riesgos reputacionales para la Fiscalía y está en juego la confianza de los colombianos en su sistema penal.
Para evitar injusticias en este caso, más allá de un eventual error judicial, todos podemos cumplir un papel responsable en esta materia: desde un ciudadano adscrito a una red social como Twitter o Facebook, al enviar o dejar de enviar información constructiva o destructiva sobre el caso -ya circulan malos chistes por celular-; los medios de comunicación, circulando información asertiva y veraz, sin tufillos de linchamiento a ninguna de las partes involucradas -ya escuché a un director radial refiriéndose a Sigifredo en términos de “ese señor”-; la clase política, ponderando sus apreciaciones y esperando el veredicto de la justicia, sin prejuzgamientos apresurados.
Fabiola Perdomo, viuda de uno de los diputados vilmente asesinados por las FARC, con pundonor de esposa, madre y ciudadana, ha exhortado a los colombianos a que en el caso de Sigifredo se honre los principios de presunción de inocencia y debido proceso. Estos principios han sido maculados de manera estrepitosa en muchos casos para vergüenza de la justicia colombiana.
Ayudemos a Dios a lograr verdad y justicia en esta confusa situación.
PD: Repudio y rechazo el infame atentado contra el exministro Fernando Londoño Hoyos y las muertes y heridos que ocasionó. Apoyo incondicionalmente a este gobierno para que siga enfrentándose al terrorismo, así como lo hice con el anterior. Creo en una democracia segura.
La Fiscalía, con el Fiscal General a la cabeza, tiene que probar este caso más allá de toda duda razonable. Aquellos que fungirán como jueces, tienen que actuar con mesura y evitar un error judicial.
Credito
ALFREDO SARMIENTO NARVÁEZ
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