Autoridad y obediencia

Alfredo Sarmiento Narváez

Definitivamente sí, este es un artículo que hace apología a la autoridad y a la obediencia, porque al mismo tiempo, es un artículo que quiere desenmascarar lo perversas y dañinas que resultan ser para una sociedad, las relaciones entre el poder y el servilismo.

Las relaciones que se configuran dentro de una sociedad, desde las más simples a las más complejas, desde los escenarios más privados hasta los más públicos, desde los escenarios más seculares hasta los más sagrados, desde la microescala del encuentro fortuito de dos personas hasta la macroescala de una nación, son relaciones gobernables y sostenibles si se fundamentan en la dupla autoridad y obediencia; por el contrario, si se basan en relaciones de poder y servilismo, configuran procesos que se hacen inviables, insostenibles e ingobernables.

Cualquier relación es ocasión para reproducir una relación basada en la dupla autoridad y obediencia o la dupla poder y servilismo: una pareja, una familia, un padre, un hijo, la relación entre vecinos en un vecindario, la relación entre un profesor y un alumno, las relaciones entre un jefe y un empleado, un médico y un paciente, entre un pastor religioso y su grey, entre un líder político y sus copartidarios, entre un gremio y sus asociados, entre un superior militar y de policía y aquellos que por rango están en un grado de subordinación, entre una autoridad militar y de policía y un civil, entre un proveedor y un cliente, entre un Estado con facultades para ejercer monopolios de fuerza y de regulación y una Sociedad civil que es el espacio natural para el ejercicio de la autonomía.

La autoridad nace de la legitimidad, crece en la legitimidad y se recrea con legitimidad. La obediencia es la inteligencia que reconoce cuál es una autoridad digna de emular y es tan consciente de ello que se reserva el derecho a desobedecer cuando esa autoridad pierde grados de credibilidad.

Los poderes son hechos que se configuran de manera arbitraria y violenta y se reproducen por el servilismo acrítico y miedoso de quienes medran a su lado. Un poder puede inspirar miedo, pero nunca inspirará respeto.

Un servilismo puede ser eficiente en el corto plazo, pero nunca será dignificante a la larga. Si las relaciones de autoridad y obediencia le ponen valor a los asuntos sociales y a la dignidad humana, las de poder y servilismo, le ponen precio a todo proceso social y a todo ser humano.

Una democracia sostenible y consolidada tanto en sus formas actitudinales y procedimentales se construyen en medio de relaciones de autoridad y obediencia superando estados de relación basados en el poder y el servilismo.

El clientelismo, el narcotráfico, el machismo, el paternalismo, el matoneo y las ideologías fanáticas necesitan el caldo de cultivo del poder y el servilismo. La libertad, la digna diversidad y la solidaridad solo crecen en ambientes donde priman las relaciones de autoridad y obediencia.

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