El 8 de octubre de 2019, finalmente y tras varios años de contubernio, la politización de la justicia y la judicialización de la política formalizarán su relación en ceremonia convocada y oficiada por la Corte Suprema de Justicia. El plato fuerte que se servirá en ese casamiento será la indagatoria al ex presidente y senador Álvaro Uribe Vélez.
La Corte Suprema de Justicia, anfitriona y oficiante de esta boda gris, se ha mostrado acuciosa en los preludios de esta fecha. A manera de shower ha participado a la sociedad colombiana de inolvidables jornadas: allanó el camino para la posterior fuga del señor Santrich, confirmó la sentencia condenatoria al General Arias Cabrales y ha dejado macular la reserva del sumario del caso que lleva contra el expresidente y senador Uribe Vélez, por la vía de pequeñas dosis de información fragmentada que se les ha filtrado y llegado “coincidencialmente” a manos de los más conspicuos detractores y enemigos del ciudadano, expresidente y senador que ha sido requerido por la alta corte.
Será una fecha de clímax para aquellos sectores políticos que por no haber podido vencer en los rituales electorales de la democracia al expresidente y senador Uribe Vélez, se han dado mañas para buscar deshacerse de tan imbatible competidor. A esa estrategia sistemática lograron unir a la administración de la justicia colombiana y ésta se ha prestado para ayudar a tan flaco propósito.
El expresidente y senador Uribe, al que la Corte inelegantemente negó una legítima solicitud de versión libre, concurrirá a esta boda gris con el talante propio de un ciudadano respetuoso con las instituciones republicanas. Comparecerá a defenderse en derecho y tiene elementos suficientes para solicitar a la Corte que reconozca su inocencia y proceda al archivo de su caso.
En el entretanto, el país se ha visto abocado a escuchar y quedar al vaivén de versiones contradictorias que al proceso han tenido que allegar probados delincuentes, y da grima ver cómo, de un tiempo a la fecha, la delincuencia logra tener cajas de resonancia entre los medios y los administradores de la justicia, convirtiéndose en espurios faros de verdad y moral de la sociedad colombiana.
Un país mayoritariamente afecto al expresidente y senador Uribe Vélez está expectante de lo que suceda con la boda gris del 8 de octubre y sabe que el líder y símbolo que los convoca tiene el derecho a salir con la cabeza en alto de este proceso, cree en su inocencia y está dispuesto a expresar su solidaridad ese mismo día y en lo sucesivo, participando en manifestaciones pacíficas y con apego total a la ley, de las cuales yo, participaré con absoluta convicción.
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