En el capitalismo, como resultado de sus propias contradicciones, agudizadas en tiempos de crisis, la concentración de medios de ganancia sustituye paulatinamente la libre competición. No obstante, entre los grupos que se van consolidando, la pugna no desaparece, en tanto el monopolio va tomando las áreas claves de la vida económica.
La globalización y la ampliación de los mercados han extendido el alcance de las compañías multinacionales, muchas enfocadas ahora en sectores de bienestar general o de preeminencia estatal y ahora privatizados. Colombia no ha sido la excepción; gigantes mineros como BHP Billiton han tomado control de las principales explotaciones; cuatro grupos manejan el 75 por ciento de los activos bancarios del país y, en telefonía móvil, Claro-Comcel, propiedad del hombre más rico del mundo, Carlos Slim, tiene posición dominante del mercado con 65 por ciento de los abonados y el 77 por ciento del tráfico. Después de México y Ecuador, Colombia es el tercer coto de caza de Slim en América.
Con motivo de la licitación de internet de alta velocidad, 4G, se abrió un debate sobre las graves implicaciones que traería, para los mercados de telecomunicaciones, reforzar el predominio de Slim. La voz y el internet móvil son bienes complementarios que -bajo el formato 4G- se vuelven uno solo, se “contagian” entre sí. Estudios de la Comisión Reguladora de Comunicaciones, de la Superintendencia de Industria y Comercio y del Ministerio TIC corroboraron esta amenaza.
Al respecto del debate, en el Senado, los congresistas Robledo y Laserna lideran un consenso antimonopolio que busca movilizar un proyecto de Ley que, de fondo, limite el poder de los distintos agentes en el espectro electromagnético, tal y como lo prescribe la propia Constitución. Y no sólo eso, sino que faculte al Estado para imponer obligaciones a quienes dominen en los mercados móviles de voz o de datos, o en ambos.
Estas regulaciones existen en casi todo el mundo occidental. En Estados Unidos, verbigracia, el capital extranjero no puede superar el 25 por ciento de la presencia en la telefonía básica; asimismo, allí la entidad “anti-trust” bloqueó la fusión entre ATT y T-Mobile. De otro lado, la Unión Europea creó la Autoridad Europea de Telecomunicaciones que “ayudará a asegurar la competencia justa y regulación más consistente en los mercados”.
Además del bienestar para el consumidor, esta legislación se hace más necesaria que nunca en tiempos de recesión, donde el “pez grande se quiere comer al chico” a toda costa. Entre esos “chicos” hay empresas que son patrimonios regionales de los colombianos, como UNE, ETB y Emcali, fuera de los pequeños agentes particulares que aspiran a participar. ¡Enhorabuena, el consenso antimonopolio!
Al respecto del debate, en el Senado, los congresistas Robledo y Laserna lideran un consenso antimonopolio que busca movilizar un proyecto de Ley que, de fondo, limite el poder de los distintos agentes en el espectro electromagnético.
Credito
AURELIO SUÁREZ MONTOYA
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