de un Legislativo, consolidado por la Unidad Nacional, conformada por el 95 por ciento de los congresistas; y con el tercer poder, el Judicial, contrafuerte de la resistencia contra la segunda reelección, en busca de adecuada coordinación de poderes.
Luego de 30 meses, ¿cómo ha evolucionado? Lo primero es el desplome de la favorabilidad de la opinión sobre el Presidente; del 73 por ciento, en noviembre de 2010, ha caído al 53 por ciento; el 66 por ciento, que creía que Santos cumplía sus promesas de campaña, hoy no alcanza al 40 por ciento; y el 20 por ciento, que en agosto de 2010 creía que en Colombia las cosas estaban empeorando, redondeó el 50 por ciento en el último trimestre y es minoritario el apoyo a la reelección.
La imagen de Santos está por debajo de la de su vicepresidente y de la del expresidente Uribe y la tercera parte de los ciudadanos, que en febrero de 2011 pensaban que la economía empeoraba, ha subido ahora a la mitad. Y puede continuar la senda equivocada, en tanto el desempeño negativo de las “locomotoras” es mal presagio.
Lo de la Unidad Nacional, que cooptó al Partido Verde, es dramático. Las peores percepciones ciudadanas son contra los partidos políticos y el Congreso. El desgaste de alcahuetear, sin filtro ni independencia, la “agenda legislativa”, incluyendo la fallida reforma a la justicia y la inicua tributaria, y desvergonzada elección del Procurador, entre otros disparates, les descargó buena parte del desgaste. Tienen una opinión desfavorable entre el 65 y el 70 por ciento, en tanto, en julio de 2011, estaba alrededor del 45 por ciento, van en caída libre.
El desprestigio también abarcó al sistema judicial colombiano. Este tercer poder, que fue ejemplo nacional de su actitud independiente frente al uribismo, ha decaído - según la apreciación ciudadana- a la cooptación, puesta en evidencia en el articulado final de la reforma a la justicia. De un criterio del 30 por ciento de desfavorabilidad, para las principales cortes en 2011, se pasó a más del doble, al 71 por ciento, en 2012. Si se agrega el abandono a la justicia, expuesto en un paro inconcluso por deudas salariales con empleados y jueces por más de dos décadas, el resultado es catastrófico.
El balance de Santos-2012 es el desencanto generalizado que tiende a extenderse. No parece modificarlo las primeras planas de las publicaciones internacionales y, al parecer, problemas en el empleo, la salud y el costo de vida se volvieron recurrentes e insolubles.
Santos reprobó el año, las calificaciones hablan solas, y para 2013, su supervivencia parece depender exclusivamente del proceso de paz…
Cuando inició el gobierno de Juan Manuel Santos, el Estado santista se componía de un Ejecutivo fuerte, heredado del régimen anterior, con la más alta votación presidencial de la historia;
Credito
AURELIO SUÁREZ MONTOYA
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