Los medios de comunicación, especialmente la televisión y la radio, crean con frecuencia unos productos que lanzan al mercado para satisfacer el morbo de algunas personas y se dedican a repetir las mismas imágenes hasta saciar al televidente o al radio escucha produciendo en ellos el efecto contrario de lo que buscan.
El cliché se define como la expresión de una idea usada en exceso y los ejemplos cunden en las telenoticieros. Las balas perdidas hieren y matan, sobre todo a los menores de edad, por toda la geografía nacional durante grandes periodos de tiempo, ya no son solo por la época de fin de año, sino que ahora cada semana los corresponsales se esfuerzan por cubrir la misma noticia con distintos protagonistas, de tal forma que uno termina rechazando este tipo de periodismo que se ensaña mostrando la perfidia de un reducido grupo de la sociedad.
Los niños por su carácter de extrema vulnerabilidad son víctimas recurrentes. El maltrato infantil se toma las pantallas y diales. Durante varias semanas aparecen las manos quemadas, los torsos lacerados, las cadenas y grillos marcadas en la epidermis transparente de las pequeñas figuras que se convierten así en personajes de un espectáculo al que han sido empujados.
La semana anterior la violación y muerte de una mujer, hecho repudiable pero frecuente en esta sociedad enferma, es tratado con una sevicia parecida a la empleada por los asesinos. Los periodistas husmean en su intimidad, lanzan hipótesis, merodean en los chismes, realizan el seguimiento agobiante a los familiares de las víctimas, promueven marchas e insisten en mostrar estas llagas, no con un espíritu de reflexión y de enseñanza que conduzca a evitar este drama, sino movidos exclusivamente por la intención de satisfacer morbos primarios que derivan en rating, publicidad y entradas económicas.
El reciente atentado contra el ex ministro Londoño fue una muestra paradigmática de este periodismo amarillista que reina en nuestro medio. Fueron más de quince días de asfixiante saturación. Los corresponsales regresaban una y otra vez a la esquina fatídica, mientras otros colegas se instalaban en la sala de la casa de la víctima , compartiendo hasta los gestos de las mascotas y un tercer grupo buscaba residuos humanos adheridos a las ventanas, paredes y antejardines, en una acción propia de las hienas.
Defendemos el derecho a la información, pero también exigimos que la noticia tenga un tratamiento sobrio, objetivo y analítico para que contribuya a crear conciencia de los problemas sociales e incite a explorar formas de intervención para evitar que se repitan estos casos y no esa forma morbosa y de cliché que se tomó a gran parte del periodismo colombiano.
Los medios de comunicación, especialmente la televisión y la radio, crean con frecuencia unos productos que lanzan al mercado para satisfacer el morbo de algunas personas y se dedican a repetir las mismas imágenes hasta saciar al televidente o al radio escucha produciendo en ellos el efecto contrario de lo que buscan.
Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN
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