« °°° -« Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: -«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Jesús le dijo: -«Tu hermano resucitará.» Juan 11, 3-45.
La resurrección de Lázaro, según la Sagrada Escritura, es la cumbre de los «signos» prodigiosos realizados por Jesús: es un gesto demasiado grande, demasiado claramente divino para ser tolerado por los sumos sacerdotes, quienes, al conocer el hecho, tomaron la decisión de matar a Jesús. Los hermeneutas nos permiten comprender el binomio vida y muerte.
Para muchas personas sería mejor que no se hablara del tema de la muerte, para otros, bienvenida sea la muerte, para un creyente, la muerte plenifica la vida, la eleva a una categoría eminentemente celestial. Cómo podemos entonces entender la resurrección si no comprendemos la vida y la muerte como necesaria para hablar de vida eterna: Así lo explica el hermeneuta: “La resurrección de Lázaro, el séptimo signo, abre el camino para la llegada de la Hora, de la glorificación, que viene a través de la muerte (Juan 12,23; 17,1). Una de las causas de la condena de Jesús será la resurrección de Lázaro (Juan 11,50; 12,10). Así, el séptimo signo será para manifestar la gloria de Dios (Juan 11,4).
Esta enfermedad no es de muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella (Juan 11,4). Los discípulos no pudieron entender (Juan 11,6-8). Pero aunque no lo entendieron, están dispuestos a andar y morir con Jesús (Juan 11,16). La comprensión es poca, pero la fe es justa”.
La muerte no tiene la última palabra. El Dios en el que creemos y hemos experimentado es un Dios de vivos, no de muertos. Ahora deberíamos entender: “La profesión de fe en Jesús es profesión de fe en la vida: Jesús reta a Marta para que haga este salto. No basta creer en la resurrección que tendrá lugar al final de los tiempos, sino que se debe creer que la Resurrección está ya presente hoy en la persona de Jesús y en los que creen en Él. Sobre éstos la muerte no tiene ningún poder, porque Jesús es la resurrección y la vida. Por tanto, Marta, aunque sin ver el signo concreto de la resurrección de Lázaro, confiesa su fe: Sí, Señor. Yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que debe venir al mundo.
La muerte es el misterio más profundo de la existencia humana, es como el compañero inseparable en el camino de la vida. Quien no busca una santa muerte, queda imposibilitado para santificar su vida. El Hijo de Dios bajó al lugar de los muertos, para darnos vida eterna. Cuida tu salud: No te dejes llevar por la anticultura de la muerte, vive tu vida con la fuerza y la potencia de aquellos que creen en la resurrección y la vida.
* Arquidiócesis de Ibagué
Comentarios