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Hay que perdonar, para ser perdonados; hay que entender, para ser entendidos; hay que orar para que Dios no nos deje salir de nuestros cabales. Hay que colocar al enemigo no contra la pared sino en la patena de la consagración.
Jesucristo es el mejor ejemplo de comportamiento social. Muchos piensan que vivir en comunidad es imposible. Otros creen que es bastante complicado. Algunos se proponen como reto aprender a convivir con los demás. Ese es el mensaje del Hijo de Dios con motivo de su famoso sermón de la montaña; presentar el ideal de la vida cristiana: “Sean santos, porque Dios es santo.” “Sean perfectos porque Dios es perfecto” (Mateo 5, 48).
No hay razón para odiar a los demás. El mal se vence con el bien. La guerra se termina con el diálogo. El pecado termina cuando aceptamos la razón de empezar a vivir de nuevo. El rencor y la venganza no existen en aquel que cree en Dios y hace su voluntad. (cf. Levítico 19,18).
El secreto para vivir en paz y controlar nuestras emociones que se nos escapan al arbitrio de la razón humana es dejarnos guiar por la voluntad de Dios: “La sabiduría de este mundo, es locura para Dios”. (1 Corintios 3, 18).
Es de sabiduría popular decir: PERDONAR ES SALUD, RENCOR ES ENFERMEDAD. Es salud del alma y del cuerpo vivir según el espíritu de Dios y no según la cizaña de quienes están lejos del campo de Dios. La misericordia de Dios va más allá de la propuesta de la ley. La norma a seguir no es: “Ojo por ojo y diente por diente” (Mateo 5,38). La misericordia es el criterio para saber quiénes son verdaderos hijos de Dios.
El Papa Francisco propone un eficaz método para superar los terribles malos hábitos de Juzgar y sepultar la dignidad de los demás: Dice el santo padre: “el esfuerzo que el Señor pide a su comunidad para acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda. Es evitar el clamor de la crónica y los chismes en la comunidad. Esto es lo primero que hay que evitar. ‘Ve, amonéstalo, tú y él solos’.
La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien cometió una culpa, evitando las palabras que puedan herir y asesinar al hermano.” No hay que olvidar que el principio de Dios es el amor y el perdón.
“Dios hace salir su sol sobre malos y buenos y da lluvia a justos e injustos”. (Mateo 5, 45).
Cuida tu salud: Nos haría mucho bien, reconocer nuestros defectos, para poder ayudarle a los demás, a corregir sus fallas.
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