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La envida de muchos es la desgracia de otros, una prueba fehaciente de esta premisa fue lo que sucedió en la capital tolimense en la época de los 90’s.
Una empresa prospera dedicada a la fabricación y comercialización de tamales, comida típica del Tolima, tuvo que cerrar sus puertas en la ciudad y trasladarse a Bogotá para volver a empezar el negocio que por muchos años brindo empleo a los ibaguereños.
¿Carne de perro?
Entre 1997 y 1998 la fábrica de tamales ortegunos había alcanzado el mayor reconocimiento por el delicioso sabor de su producto, cientos personas de diferentes regiones del país venían a Ibagué sólo por probarlos.
Sin embargo, un día cualquiera “las malas lenguas” empezaron a difundir el rumor de que allí fabricaban los tamales con carne de perros callejeros.
Este chisme se regó por la ciudad en pocas semanas y sin ningún tipo de prueba las personas dieron por cierto el tenebroso relato de quienes con certeza afirmaban este hecho.
A pesar de los esfuerzos por desmentir el rumor y tras comprobar que todo era falso, muchos ibaguereños prefirieron seguir “creyendo el cuento” y nunca más volvieron a comprar tamales en este lugar.
Una de files cliente de los tamales ortegunos indicó que “el chisme fue tan tenaz, que cuando alguien veía a un perro en la calle le decía ‘chite, chite, vaya para donde los ortegunos’”.
Asimismo, recordó que cuando vivía en el barrio la Ceiba, todos los domingos iba hasta la sucursal de la fábrica que quedaba ubicada en la calle 37 con carrea Novena y con nostalgia afirmó que desde que “quebraron, nunca más volví a probar tamales tan deliciosos como los que allí vendían”.
Finalmente, la empresa quebró en Ibagué y sus dueños tuvieron que trasladarse para Bogotá, donde abrieron de nuevo la fábrica de tamales.
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