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Un Estado centralista ha sido también el agente dinamizador de la inequidad, las políticas y el presupuesto manejado desde los fríos escritorios capitalinos y no desde los cálidos territorios de “la otra Colombia” son el reflejo de una sociedad dividida y puesta en confrontación para satisfacer interés individuales, económicos y electorales. Como nunca debemos avanzar en el reconocimiento de esas heridas, de esa inequidad y de tanta injusticia social, emprendiendo el camino para construir la nueva Colombia.
El concepto de seguridad debe ser entendido de manera integral, como un todo multisectorial y multidimensional, un concepto amplio pilar fundamental del desarrollo humano, que no puede reducirse al simple concepto de seguridad ciudadana, sino que integra las demás actividades sociales, económicas, jurídicas, ambientales y políticas de nuestra nación; para que todos nuestros ciudadanos crezcan sin miedo y con dignidad.
La seguridad, como ese gran valor de nuestra democracia, debe garantizar lo necesario y suficiente, para tener la libertad de vivir en bienestar, paz y prosperidad. Debemos refundar la República, haciendo las grandes y profundas transformaciones para garantizar seguridad, equidad y oportunidades para todos.
Nuestro Estado Nación, debe ir hacia el mismo lado, garantizando el ejercicio, repito, del la libertad para vivir sin miedo y con dignidad, Colombia solo puede tener confrontación con los violentos, desde la legalidad, con un gobierno austero eficiente y transparente, que elimine el flagelo de la corrupción y garantice en equidad, sin pobreza: educación, salud y trabajo para todos, que disminuya y elimine la criminalidad y fortalezca la convivencia ciudadana, que mantenga un crecimiento económico constante, con vocación productiva, seguridad jurídica, protección al medio ambiente y potencie con especial énfasis
nuestra riqueza en la cultura y el deporte. El concepto de seguridad para la gente, en un todo y para garantizarles todo.
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