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Nuestra actual crisis sin duda, tiene sus raíces y consecuencias en la legitimidad, es decir en la conexión Estado Nación, hoy tenemos un pueblo en mayoría desesperanzado, esperando que su dirigencia sea consecuente con sus necesidades, con sus anhelos y sueños.
Cansados están los ciudadanos de promesas incumplidas, de creer y esperar, aplicar legalidad debe sustentarse en una base grandísima de legitimidad, se debe construir la gran base social, un ejemplo claro es ese “cuento” de formalizar los informales, como si la realidad no fuera que esas economías de supervivencia sobrepasan los estándares de legalidad, una realidad social de a puño reflejante, debe ser el Estado el que se adapte a esas formas que la gente encontró para sobrevivir, para salir adelante.
A la fuerza nada, a mayor represión mayor rebeldía, legitimidad y legalidad, deben sustentar el modelo del Estado Nación, en una gran conexión de todos los poderes al servicio de los ciudadanos, su dignidad y calidad de vida. El imperio de la ley y el orden deben sustentarse en la justicia, entendida esta como el orden de lo justo, la protección de los derechos y el cumplimiento de los deberes.
Se hace urgente y necesario avanzar en lograr legitimidad; la legalidad en los estrados judiciales, la legitimidad en el beneficio del Estado para los ciudadanos, el poder transformador debe estar fundado en las reformas sociales, estructurales no asistenciales, esas que respeten la dignidad, no que jueguen con ella para obtener réditos electorales.
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