La IA, afasia y agrafía

Nelson Germán Sánchez

De la regulación, normativa y legislación de la Inteligencia Artificial -IA-, sus enormes retos y riesgos para el ser humano y sus actividades, nos estamos encargando por estos días ahora que ya vimos su enorme poder de transformación de tareas, oficios, conductas y hasta habilidades. Esto último no se puede negar, la IA está aligerando cargas y dando ventajas enormes en este mundo de la rapidez, la postmodernidad, la virtualidad, lo digital y los ecosistemas cibernéticos.
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Pero creo que la academia y en la pedagogía en sí mismas, siguen siendo sujetos pasivos frente a un fenómeno de tan alta repercusión para la actividad educativa y cognitiva que si no lo conocemos y comprendemos, se puede complejizar al máximo y ahondar algunas malas situaciones para el ser humano en su manera de aprender, conocer, razonar  y hasta de interactuar.

Algo llamativo con su uso y de los servicios que presta la llamada -IA-, es que a algunos de las nuevas y las viejas generaciones les está maximizando su pereza por la lectura o de no querer leer ni mucho menos hacer un pequeño esfuerzo por escribir.

Creo que razón tenía el académico Marco Aurelio Denegri, cuando decía que con relación a la lectura y su importancia tenemos tres clases de sociedad: una sociedad ágrafa de oralidad primaria, una sociedad de la lectura de oralidad secundaria y la sociedad informática de hoy, de visión primaria y de interconexión. Lo cual, a propósito, nos lleva a reflexionar en el hecho de que estamos en plena sociedad de la videocracia (Giovanni Sartori) o sea, de un mundo donde gobierna la imagen y cuando es esta la que lleva la parada la lectura desaparece o tiende a desaparecer. Situación que tiene consecuencias realmente catastróficas porque su no uso -de la lectura- o no esfuerzo en ella, puede generar que partes de nuestro cerebro se dañen. 

Por ejemplo, si se lesiona no se usa ni se exige al llamado centro de Broca en nuestro cerebro, que involucra la producción del lenguaje, pues la persona no puede hablar y se dice que sufre afasia. Igualmente, cuando se lesiona o no se ejercita el centro de Exner, que se sitúa en la parte frontal de la corteza cerebral, y es llí donde se controla la escritura, pues la persona no puede escribir y sufre de agrafía. Y Cuando el daño o desuso por x o y circunstancia está en el centro de Wernicke, que es importante en los procesos de habla y lenguaje; pues las personas pueden hablar en oraciones largas que no tienen sentido, añadiéndole palabras innecesarias o inventadas, a más de ser sujetos que no entienden lo que leen (a propósito, se me vienen la mente varios que creo tienen dañado su Wernicke).

En fin, el peligro con la Inteligencia Artificial, que es capaz de construir textos con algún grado de certidumbre y estructura, que permite a las personas no leer para hacer un resumen y sí sacar conclusiones, hacer inferencias, tener referencias, comparar y etc, es que podemos estar entrando a unas generaciones que sin tener un daño físico o biológico sobre esas partes del cerebro, sí desarrollen afasia, agrafía y tengan algo así como una “ceguera” verbal o auditiva y no entiendan ni siquiera lo que escuchan  o leen por ellos mismos, al soportar todo el esfuerzo que debe hacer  únicamente en la IA; que todo les construye, resume o redacta.

Es hora de prestarle atención  a las consecuencias que puede traer para el aprendizaje y la construcción del conocimiento, el uso extendido y excesivo de la IA; no solo debemos enfocarnos en sus  beneficios o las regulaciones pertinentes, si no lo que puede entorpecer nuestro proceso de conocimiento.

 

Nelson Germán Sánchez Pérez

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