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Hace poco se realizó el XVIII Seminario de Actualización Avícola de Fenavi Santander, en el que participó el economista Mauricio Reina, investigador de Fedesarrollo, con maestrías en Relaciones Internacionales de la Universidad Johns Hopkins y en Economía de los Andes, con una conferencia sobre los principales riesgos globales para la economía colombiana en el 2023.
Esta redacción aprovechó la ocasión para conversar con Reina sobre el contexto macroeconómico internacional, la inflación y las recientes decisiones del Gobierno nacional en materia económica.
El contexto macroeconómico internacional impone exigencias para los empresarios y el Gobierno, tanto en volatilidad del dólar, alza de precios, encarecimiento de insumos y desfase en la logística exterior. ¿Frente a esto, Colombia cómo se ubica?
Hay que diferenciar factores externos e internos. En el escenario internacional lo que se está anticipando es que el aumento de tasas de interés de los países desarrollados, en concreto de Estados Unidos, no será tan grande y tan acelerado como se preveía hace mes y medio. En ese momento, hubo un gran susto acerca de lo que podía significar seguir luchando contra la inflación. Hay que recordar que en Estados Unidos lleva cinco o seis meses bajando, pero los últimos datos no habían sido tan buenos como se esperaba, por lo tanto, el temor era que se subirían más las tasas de interés y eso frenaría más la economía de ese país y la global.
Lo que ha sucedido recientemente es que los datos de inflación son mejores, desde la perspectiva de reducción. También está sucediendo que, a partir de lo que ha pasado con la crisis financiera incipiente en algunos segmentos del sector bancario, la Reserva Federal ha optado por tener una política mucho más cauta, es decir, subir menos las tasas de interés para no asfixiar al sector financiero. Esas son buenas noticias, que la inflación esté cediendo frente a hace tres meses, y que la Reserva Federal de manera precavida esté apretando menos al sector financiero global.
¿Por qué esos dos hechos son buenos?
Hay que recordar que en el sector financiero global siempre pueden aparecer cadáveres en el clóset. Entonces, eso da noticias buenas porque permite que los capitales que están en economías emergentes, como la colombiana, se mantengan aquí y que no salgan corriendo a buscar mayores rendimientos en Estados Unidos. Además, que se reduzca el temor porque, recordemos, un inversionista tiene en cuenta la rentabilidad, el factor confianza y la seguridad. Entonces, mientras menos expectativas haya de aumento de tasas de interés, más recursos hay en América Latina.
Bajo este entorno internacional, ¿cuál es el freno de la economía colombiana?
A pesar de estas condiciones externas, el freno de la economía en Colombia viene de adentro, de nuestro propio entorno o circunstancias propias. Son dos en concreto, una el factor inflacionario. El Banco de la República ha venido aumentando sus tasas de interés y esas alzas se replican en toda la economía. Eso por supuesto frena el crecimiento económico. Cualquier persona que nos lee, en este momento, sabrá que su tarjeta de crédito le está cobrando unos intereses superiores al 45 % anual, sabrá que su crédito de vivienda está altísimo y todo eso mengua el gasto y, por lo tanto, reduce su actividad económica.
¿Por qué sucede eso?
Porque Colombia es el único país importante de América Latina que no ha visto reducciones importantes en la inflación. Ya empezó a bajar hace varios meses en Brasil, lo mismo en Perú, Chile y México. Y en Colombia todavía no se ha reducido la inflación total, sino que parece dura de derrotar.
Hagamos una inmersión en esa inflación, ¿por qué en otros países sí baja la inflación y en Colombia no?
El Banco de la República de Colombia empezó a subir sus tasas de interés más tarde que los otros bancos centrales de América Latina. En términos asimilables, veníamos con un crecimiento muy grande en el 2022 y desde el 2021, por cuenta de los buenos precios del petróleo, una gran expansión fiscal muy asociada con las elecciones presidenciales del año pasado y la expansión monetaria asociada con las políticas pospandemia, para ayudar a la economía a salir (tras la cuarentena), el Gobierno nacional inyectó mucha plata y se redujeron las tasas de interés.
Esas tres fuerzas que traía la economía colombiana se mantuvieron hasta bien adelantado en el 2022. Mientras que en otros países ya habían frenado, en Colombia seguíamos empujando, en gran medida, por el ciclo político de las elecciones presidenciales. Eso hizo que hubiera un exceso de demanda, todavía hoy la tenemos. Eso se traduce en un crecimiento de 7,5 % el año pasado, pero parte del exceso de demanda se iba en aumento en precios.
¿Qué tienen que ver los alimentos en ese ciclo político-económico?
La subida del precio de los alimentos se da, en parte, por el ciclo climático; y por otra parte, por los efectos rezagados de los paros. Sí, en efecto los paros tuvieron un impacto muy grande sobre el abastecimiento de insumos, como en el sector avícola, que fue de los afectados. Esto toma tiempo para volver a restablecer un ciclo de producción de una camada completa. Entonces, entre el efecto del paro, el inflacionario y el impacto de insumos importados sobre toda la cadena agropecuaria han hecho que los precios de los alimentos crezcan al doble, a veces casi que al triple, que el promedio de la inflación de la economía.
Pero ya hay buenas noticias…
La buena noticia es que llevamos tres meses seguidos de reducción de la inflación de alimentos. Y en la medida en que el componente de alimentos ha sido el más dinámico dentro de la inflación, el que se esté reduciendo permite ser razonablemente optimistas para estimar que ya va a empezar a bajar la inflación en Colombia. Pero hay un tercer elemento, además, del exceso de demanda y alimentos, que es preocupante y tiene que ver con la inflación inercial, es decir, me acostumbro a que la inflación está por encima del 10 %, entonces le pido al otro que me suba el 10 %, mi arriendo se reajusta el 10 %, el de más allá dice: “no, no, no, esto va para 15 %”; y empezamos psicológicamente a convivir con inflaciones altas y ajustar todos los precios de la economía con precios altos. Eso es fatal, porque de ahí es muy difícil devolverse, lo hemos visto en Argentina y Venezuela.
¿Qué papel cumple la reciente reforma tributaria, influyó en esta crisis y disparada de precios?
Así es. Tenemos otro problema interno con la reforma tributaria. Había un gran descuadre fiscal asociado también con el ciclo político, mientras otros países estaban ajustando sus finanzas públicas, después de la gran expansión de la pandemia. En Colombia, el 2022 fue año electoral y era muy difícil esperar que hubiera un ajuste fiscal.
Entonces, llegó la reforma tributaria del segundo semestre del año, tardíamente frente a otros países de la región, y eso evidentemente golpea al bolsillo de la gente y al hacerlo reduce la demanda agregada. Entre el freno fiscal y tributario y el freno de tasas de interés, debido a la inflación, la economía está volviendo a lo que puede crecer, es como una olla a presión que se le había metido mucho fuego, calentaba muy bien, pero estaba pitando. Es decir, estaba botando inflaciones altas y desequilibrios fiscales.
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