Está ubicado en Toche, un corregimiento de Ibagué donde reposan más de 700.000 individuos.
PUBLICIDAD
Ibagué es una ciudad que se caracteriza por tener una gran riqueza natural, su patrimonio más reconocido es, tal vez, el Nevado del Tolima, así es como ‘la capital musical’ también suena a biodiversidad con el privilegio de poseer la extensión más grande de bosque de la palma de cera, nuestro árbol nacional.
Toche es un lugar acogedor y tranquilo donde se puede disfrutar de diferentes actividades eco turísticas, además de su riqueza cultural. Está ubicado a dos horas de Ibagué por la vía que conduce a Cajamarca.
En el recorrido se aprecian paisajes únicos que cautivan las miradas de sus visitantes, quienes vienen a conocer el lugar que guarda como un tesoro escondido. Se trata de el bosque de palma de cera más grande de Colombia y del mundo.
La palma de cera es la más alta de todas. Algunos ejemplares pueden llegar a medir hasta 70 metros de altura y pueden vivir unos 200 años.
Ellos forman parte de nuestra belleza paisajística natural, pero además constituyen una pieza fundamental en el ecosistema de nuestra región. Sus hojas, por ejemplo, al caer, ayudan a generar nutrientes en el suelo tropical, permitiendo que se mantenga saludable en el tiempo.
Sus frutos son apetecidos por diferentes especies, entre los que se encuentran polinizadores mamíferos, como el oso de anteojos y aves, como las urracas, tucanes, mirlas y el loro orejiamarillo. Este último observado solo en los altos Andes colombianos y afectado directamente por la disminución de las palmas, ya que son su principal refugio.
Dos especies de palma de cera son las que habitan mayoritariamente nuestras montañas. La Ceroxylon quindiuense que se encuentra sobre los 2.200 metros sobre el nivel del mar y la Ceroxylon alpinum que nace desde los 1.400 metros sobre el nivel del mar, ambas especies en peligro de extinción.
Los pobladores alrededor de estos bosques tienen la oportunidad de cuidar, defender o reducir la vida de estos árboles centenarios y símbolos de nuestros ancestros, ya que la palma de cera es considerada por los indígenas del Tolima como el árbol del fuego, el cual era usado por los antepasados como forma de supervivencia.
Algunas celebraciones religiosas han empleado la palma de cera para representar algunos rituales tradicionales, lo que ha contribuido a su deforestación. Las actividades de ganadería y agricultura son otras amenazas que persisten a pesar de las campañas que se han adelantado para su conservación.
Ceroxylon quindiuense, oficialmente Árbol Nacional de Colombia, escogido en 1985 como uno de nuestros símbolos patrios. Un dato curioso de la palma de cera es que en realidad no es un árbol, es un tipo de planta que por su tamaño y belleza, fue adoptada como emblema nacional.
Por este motivo es un orgullo tenerlo en nuestros paisajes andinos tolimenses. Si usted aún no conoce esta maravilla de Ibagué, debe venir a disfrutar esa experiencia y así vivir la magia natural que alberga nuestro país.
Comentarios