Con ocasión de la pandemia que nos cogió a todos por sorpresa, muchas cosas han cambiado y otras tantas seguirán cambiando, entre ellas la necesidad de permanecer en casa mucho más tiempo y compartir con la familia u otras personas, un período más prolongado del usual.
Los buenos modales deben ser una exigencia para quienes atienden a los clientes, y también es responsabilidad de los compradores dar un trato respetuoso a quienes lo atienden. La cortesía debe ser en doble vía. Lamentablemente muchas veces los clientes se toman muy en serio aquello de que “el cliente es el Rey” y aprovechan su posición para dar un trato descomedido a quienes tienen la tarea de atenderlo.
No es raro escuchar en diferentes ámbitos que los buenos modales son cosas pasadas de moda, que son banalidades, complicaciones, que tomarse tiempo para aprenderlos es una pérdida de tiempo, que prestarle atención a su práctica y cultivarlos no es importante y que no hace falta la clase de urbanidad en los colegios.
La llegada de la tecnología ha cambiado muchas cosas y algunas de manera drástica, entre ellas la forma de comunicarnos, de establecer relaciones, de manejar negocios y de trabajar en equipo.
Hay ocasiones en la vida que por diferentes motivos debe compartir la vivienda con otras personas. A veces con familiares, otras con amigos o incluso con personas que apenas se conocen.
El español Francisco Alcaide, autor del libro “Aprendiendo de los Mejores”, nos dice que “El éxito sólo puede crecer hasta el nivel al que crezcas tú y es proporcional a tu desarrollo personal. Por tanto, no hay mejor inversión que la que se hace en uno mismo”.
En general es fácil decir lo mucho que uno quiere a alguien o algo pero, con gran frecuencia, es difícil hacer que aquello que dice se refleje en las actitudes y comportamientos que se asumen.