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Hablar del patrimonio de los territorios significa adentrarse en un espectro bastante amplio, pero uno de los más significativos, o por lo menos, en cuanto a la producción de impacto visual se refiere, es el del patrimonio derivado de los bienes inmuebles, que contribuyen a fortalecer la identidad de algún lugar.
Hace algunos días, causó un enorme revuelo el adelantamiento de obras en el Santuario Arquidiocesano de la Ermita en Mariquita, una construcción que data del siglo XVI.
Fueron varios los cuestionamientos de la ciudadanía al desarrollo de esta intervención en la arquitectura de la escultura, sin embargo, la penosa realidad del departamento apunta a que en repetidas ocasiones, edificaciones que deberían tener un cuidado especial de conservación, pasan a ser objeto de intervenciones (o falta de ellas) que agreden sus rasgos históricos.
Guardianes del patrimonio
Esta redacción tuvo la oportunidad de escuchar los conceptos de tres profesionales, estudiosos de la conservación y restauración del patrimonio arquitectónico, la ingeniera civil, Catalina Prada y los arquitectos Mario Cifuentes y Eduardo Peñaloza.
La ingeniera restauradora explicó que se puede entender como patrimonio de un territorio a “aquello que tiene sus sustento en las generaciones pasadas, pero que debe trascender a las futuras”.
Prada, indicó así, que, para cualquier tipo de cambio en este tipo de estructuras se debe tener en cuenta “los valores históricos, simbólicos y estéticos, que son los ingredientes principales de los bienes patrimoniales”.
Apoyo en las entidades idóneas
Prada, refiriéndose a esta problemática suscitada alrededor de la Ermita, argumentó que desafortunadamente en la región no se tiene muy presente la existencia del Consejo Departamental del Patrimonio Cultural del Tolima, entidad encargada de asesorar a los gobiernos municipales en las acciones pertinentes a la restauración y preservación (entre otras funciones) del patrimonio arquitectónico.
“Cuando se tengan dudas o cualquier tipo de inquietud en cuanto a la restauración o la preservación del patrimonio, se puede acudir a este Consejo, que además cuenta con profesionales idóneos, algo que es una falencia latente en nuestros municipios”, resaltó la ingeniera.
Una comunidad más activa
Para el caso particular de la Ermita, las denuncias efectuadas por la ciudadanía vía redes sociales y medios de comunicación, abrieron la posibilidad de una intervención por parte del Ministerio de Cultura.
Los expertos en conservación y preservación del patrimonio arquitectónico, señalaron la importancia de la participación activa de la comunidad, ya que en efecto hay normas que determinan el manejo para los emblemas territoriales, pero el mismo desconocimiento, hace que se omitan dichas normas.
“La comunidad debe ser la primera en apropiarse de estos bienes materiales, con el principal propósito de que este tipo de intervenciones inadecuadas no siga ocurriendo”, se mencionó en la conversación.
Asimismo, se recalcó que cuando se tengan inquietudes por parte de las Alcaldías, se puede acudir al Consejo del Patrimonio Cultural o al mismo Ministerio de Cultura.
“Puede que no tengan recursos muy altos para consultorías, pero con seguridad hay un grupo de profesionales, que más allá de nuestras profesiones, somos gestores culturales siempre dispuestos a apoyar”, sostuvo la ingeniera restauradora.
Gran valor histórico
El arquitecto Mario Cifuentes, señaló que las intervenciones ocurridas en la Ermita, de alguna forma agreden las condiciones de originalidad de este inmueble patrimonial “en su valor estético, valor simbólico, además de las valoraciones arquitectónicas”.
“Estas intervenciones no sorprendieron a todos, ya que la Ermita es una construcción muy antigua y corresponde a los primeros procesos de las etapas fundacionales de los conquistadores, que dejaron legados significativos desde sus construcciones”, afirmó Cifuentes.
El arquitecto señaló que el valor histórico de la edificación, al igual que muchas de las existentes en el departamento, deben ser una prioridad en las políticas territoriales, por lo que se tiene que prestar más atención a los inmuebles que nutren la memoria del Tolima.
Cifuentes detalló que las técnicas constructivas que fueron usadas en la Ermita, son en sí, parte importante del patrimonio tolimense, en la que destaca uno de los materiales presentes más interesantes de la época de su construcción, la piedra rajona cariada, que se repite en algunas poblaciones del norte del Tolima.
“Esto genera un valor significativo desde los procesos constructivos, hay que tener en cuenta que Mariquita es una ciudad minera, no hidalga, no doctrinera, porque se pensaba a partir de la extracción de cobre y plata del sector, por lo que adquiere un valioso estatus económico y político”, manifestó Cifuentes.
‘No solamente es la Ermita’
El arquitecto Eduardo Peñaloza ha sido uno de los académicos que más ha apostado a la preservación del patrimonio arquitectónico del departamento.
Ha abanderado la vigilancia del cuidado de los inmuebles emblemáticos de Ambalema.
Peñaloza destacó que en el Tolima hay tres municipios que representan un valor incalculable para su identidad, Mariquita, Honda y Ambalema.
El arquitecto planteó que las situaciones que apunten al cuidado de los bienes patrimoniales del departamento no necesariamente deben abordarse desde acciones reactivas, por el contrario, es imperativo que se tomen medidas preventivas.
“Debemos trabajar de manera mancomunada en la salvaguarda del patrimonio cultural de Ibagué y el Tolima”, acotó Peñaloza.
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