Hasta 2017, en Colombia solo se podía importar etanol, de acuerdo con la normatividad, si existía un déficit entre el mandato de la mezcla y la producción nacional.
Pero en el quinto mes del año en referencia salió una resolución estatal que ordenaba que a partir de mayo del 2018 podría entrar a Colombia cualquier cantidad de etanol y la producción nacional exportada.
Con ese carril en luz verde comenzaron a llegar grandes cantidades de ese producto americano a precios muy rebajados y, además, con toda una carga de subsidios que EE.UU. le otorga a su agricultura, y en especial a la agroindustria, que en este caso procesa maíz, siembras que en ese país son de las más grandes del planeta tierra.
De acuerdo con el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, Usda, las proyecciones para la cosecha de maíz en el país americano estarían para 2019 por los 347,49 millones de toneladas, 34,29 millones menos con respecto al estimado en mayo.
Esa merma se da por la alta incidencia de las lluvias; sin embargo, estiman que pondrán en el mercado externo unas 54,61 millones de toneladas.
Para Jorge Bendeck Olivella, presidente de la Federación Nacional de Biocombustibles, Fedebiocombustibles, la producción nacional está en una gran desventaja, ya que producir un galón de etanol en Colombia oscila entre US$2,30 y US$2,50; mientras que el importado se tasa entre US$1 y US$1,50.
A lo anterior, al producto importado hay que sumarle unos subsidios que pueden representar un 22,6%, y que en muchos casos podría llegar a ser del 30%.
Lo anterior significa que pueden colocar ese producto en cualquier lugar del mundo a precios muy bajos, escenario en el que la producción colombiana no es competitiva.
Copando el mercado
Bendeck Olivellla expresó que, producto de esas importaciones masivas, el mercado de la Costa Atlántica y de Santander está tomado por el etanol americano, el cual ya copa el 30% de la demanda local.
“El etanol producido en Colombia no llega a esos departamentos, porque prefieren comprar el importado que es más barato que el nacional, que se produce con caña de azúcar y tiene mejores prácticas ambientales. Han provocado un desbarajuste en el mercado y freno de la industria nacional, ya que para una demanda de 600 millones de litros por año, estemos, en este momento, frenados en 400 millones de litros anuales”.
El directivo de Fedebiocombustibles dijo que las importaciones son del orden de 200 millones de litros anuales; es decir, un 33 por ciento de lo que se producía en el país.
“La producción nacional cada día baja porque sube la entrada del importado, frenando una industria nacional que ha invertido más de US$1.100 millones y que siente que cada día la muelen más”, aseveró.
Compensaciones
Según el presidente de Fedebiocombustibles, para evitar que la industria nacional se derrumbe el Gobierno nacional debe establecer medidas compensatorias por el orden del 22,6% y poder enfrentar en el mercado, el valor de los subsidios americanos.
“El Gobierno nacional procedió el 3 de mayo de 2019 a poner una medida compensatoria provisional del 9,36%, cifra que no resuelve el problema de nivelar la cancha para poder competir de frente con el importado”, agregó.
El 25 de junio anterior se realizó una audiencia pública pedida por Estados Unidos donde se escucharon las realidades de la industria local y la extranjera.
Hasta el 11 de julio se recibirán nuevas pruebas antes de tomar una decisión que puede contener 4 estadios: mantener la medida compensatoria provisional de 9,36%, que se rebaje, que se coloque en cero o que aumente, dependiendo de las razones técnicas que evaluaría el Gobierno nacional.
En filo de navaja
La industria azucarera en el país contiene cifras gruesas: una estructura formada en 60 años, produce 24 millones de toneladas de caña, 2,3 millones de toneladas de azúcar, 419 millones de litros de etanol y 1.428 GWh de energía generada (61% consumo propio y 39% para el sistema de interconexión eléctrico nacional) a partir del bagazo.
Para Juan Carlos Mira, presidente de Asocaña, el sector hoy se mueve en el filo de la navaja, todo por las importación de etanol americano, que día a día copa un porcentaje más alto del mercado local.
El directivo deja ver su preocupación, pues el año anterior, las importaciones de etanol de los Estados Unidos, se incrementaron 10 veces frente a 2016; es decir, traen un ritmo insostenible para cualquier industria.
El directivo dijo que peligran grandes inversiones y por lo menos 280 mil empleos entre directos e indirectos que genera esa cadena agroindustrial.
El directivo estimó que la única salida para salvar la producción nacional es la implementación de los derechos compensatorios.
De caña azucarera
En Colombia, el etanol se trabaja con caña de azúcar; sin embargo, hay proyectos que los están haciendo con yuca y en contados emprendimientos de celulosa.
La producción nacional de etanol en Colombia se realiza en siete plantas, las cuales están situadas en el Cauca (1), Valle (4), Risaralda (1) y otra más en Puerto López, Meta, donde se tienen comprometidos recursos de la estatal petrolera, Ecopetrol, para el desarrollo de esa iniciativa en los Llanos Orientales.
De acuerdo con Fedebiocombustibles, el etanol es “un alcohol, llamado alcohol etílico, con fórmula C2H5-OH, producido por la fermentación por levaduras de los azúcares contenidos en los jugos extraídos de la caña de azúcar, sorgo dulce, remolacha azucarera y en los almidones contenidos en la yuca, maíz y otros granos. Luego de la fermentación, el producto pasa por diversas etapas culminando con su destilación para retirar el exceso de agua y adecuarlo al uso como combustible motor”.
En el país se tienen sembradas aproximadamente 500 mil hectáreas de caña, de las cuales 240 mil hectáreas están destinadas a la producción de azúcar, etanol y cogeneración de energía. Las plantas que se establecieron en Colombia requirieron inversiones superiores a los US$1.200 millones, dineros que aún no se han recuperado.
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