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El arribo se produjo en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, donde fue recibido por familiares y amigos, algunos de ellos visiblemente emocionados.
Ochoa, deportado tras completar su condena, fue escoltado por agentes estadounidenses hasta ser entregado a las autoridades de Migración Colombia. En sus primeras declaraciones, el exnarcotraficante reiteró que el caso que lo llevó a la cárcel fue un montaje y negó cualquier responsabilidad.
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“No soy culpable de lo que se me acusó en este caso. Fue un engaño. En el pasado me sometí a la justicia y confesé mis delitos, pero esto fue completamente diferente. No estoy arrepentido”, aseguró.
Consultado sobre la política de “paz total” promovida por el presidente Gustavo Petro y la posibilidad de sumarse a las negociaciones con estructuras criminales, Ochoa afirmó que no lo ha considerado. “Soy un hombre de paz, pero no he pensado en eso”, comentó.
El regreso de Ochoa ha generado expectativa sobre su postura frente a los procesos de reconciliación y desmovilización en el país, aunque él insiste en que su prioridad es retomar su vida lejos de cualquier actividad ilícita.
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