El pescador hondano del Magdalena: una lucha por sobrevivir

Crédito: El Nuevo Día‘La Garza’ expuso una problemática oculta para muchos.
La subienda, conocida como la época de mayor abundancia en el río Magdalena, representa para los pescadores locales mucho más que una tradición: es su principal fuente de sustento y una oportunidad crucial para garantizarlo para sus familias a lo largo del año.
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Sin embargo, esta práctica que ha sido el corazón de la economía ribereña, está enfrentando una grave crisis. "Ya vamos para dos años sin una subienda, y la situación del pescador en estos momentos es muy crítica", expresó con preocupación un pescador de la región conocido como ‘La Garza’, reflejando el difícil panorama que enfrentan cientos de habitantes de Honda y Puerto Bogotá que dependen de este recurso.

Entre los factores que han llevado a esta problemática, se encuentra el uso de mallas prohibidas y la creciente industrialización de la pesca, que han afectado directamente la sostenibilidad del río. "El río Magdalena es muy pequeño para estas pescas industrializadas; eso ya comenzó a afectar mucho", explicó el pescador, señalando que la explotación excesiva y descontrolada del recurso está acabando con las especies nativas. Además, la falta de programas de repoblación en las ciénagas ha contribuido a agravar el problema. "El río Magdalena no es grande por sí solo, sino por sus afluentes, y si le quitamos estos, el río queda muy pequeño", añadió.

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Otro problema crucial es el abandono de este trabajo por parte de las nuevas generaciones. Según el pescador, las condiciones actuales no ofrecen un futuro prometedor para quienes decidan dedicarse a este oficio. "Hoy vemos que el pescador que está sobre el río Magdalena tiene 50 años o más. Nadie quiere emplear a alguien de 60 años, entonces tiene que morirse aquí", lamentó, reflejando la falta de oportunidades laborales para los adultos mayores y el riesgo de que esta tradición desaparezca.

La falta de subienda también ha golpeado fuertemente la economía local. Los pescadores, que suelen esforzarse para adquirir herramientas, no han logrado recuperar su inversión en los últimos años. "La subienda es como la plata del año para el pescador, pero ya no da porque llevamos dos años en esta catástrofe", explicó. Sin el ingreso que esta época solía garantizar, muchos viven al borde de la quiebra y enfrentan dificultades para cubrir sus necesidades básicas. 

A pesar de las adversidades, la esperanza no se ha perdido. Los pescadores reconocen que iniciativas de repoblación en ciénagas, como la de San Silvestre, podrían marcar la diferencia si se implementan de manera masiva en todo el Magdalena Medio. Sin embargo, también hacen un llamado a las autoridades y a la sociedad para que tomen medidas urgentes y protejan este recurso vital. "Mi papá me dijo antes de morir: 'Me duele no tanto por ti, sino por tus hijos, porque ellos sufrirán esta catástrofe de no tener especies nativas en el río'", recordó el pescador con nostalgia, resaltando la importancia de preservar el legado cultural y económico del río.

El río Magdalena ha sido por siglos el alma de las comunidades que lo rodean. Sin embargo, según ‘La Garza’, el gobierno nacional los tiene olvidados y proteger el río ya no es solo una cuestión de sostenibilidad ambiental, sino también de justicia social para muchas familias que luchan por mantener viva una tradición que, hoy más que nunca, necesita ser rescatada.

 

Credito
Érika Zamora

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