Agua para el desarrollo

INTERNET - EL NUEVO DÍA
Cuando hablamos de desarrollo, el imaginario que asumimos es la producción y consumo de bienes y servicios puestos para nuestra satisfacción. Esta es una visión recortada del concepto de desarrollo, pues también implica que las fuentes de recursos que utilicemos no se deterioren al punto que sean inutilizables en el futuro.

Es decir, el desarrollo se da cuando nuestro consumo y satisfacción no compromete la capacidad de tales fuentes de recuperarse para que puedan ser utilizadas por las generaciones futuras. Este concepto, conocido como resiliencia, debe estar en la base de las decisiones de la política pública y de la inversión privada. La decisión del Gobierno departamental de defender el agua es el producto de la conciencia que el desarrollo que se le propone al Tolima, tienen que reconocer que no se puede hacer hipotecando nuestro futuro como sociedad y región.

No es desconocido los efectos evidentes y de corto plazo que grandes inversiones, vinculadas al uso y explotación sin control de nuestros recursos naturales, pueden tener en nuestro territorio. Desde una visión cortoplacista y politiquera, sería más rentable apoyar tales acciones y mostrar obras y lumbre que fácilmente se identifiquen con una gestión. El camino que se ha diseñado es diferente. La protección del agua, como origen y condición indispensable para la vida, no da mucho brillo ni réditos políticos y económicos de corto plazo, pero es la defensa de nuestras opciones de desarrollo y vida de largo plazo. No se ha elegido un Gobierno para tener unos pocos años de brillo y opulencia, cabalgando en la pobreza y la destrucción del futuro.

La responsabilidad del gobernante y del empresario no se mide solo por el incremento de la producción, sino también por las bases que deja sentadas para la construcción de la calidad de vida de las generaciones que están por venir. Ellos también son ciudadanos de primera y tienen el derecho de vivir como tales cuando tengan que tomar las decisiones en la sociedad. La defensa del agua es la defensa de la base productiva del departamento, del crecimiento urbano de nuestras cabeceras municipales, de la salud y de todas las opciones de crecimiento económico y físico.

La contaminación desaforada del agua es comprometer nuestro futuro, haciéndolo incierto y sin posibilidades. Es transformar nuestras posibilidades de un territorio verde, productor de alimentos y vida, por otro donde la transformación del paisaje solo ha dejado la opulencia de unos pocos en medio de la pobreza de la mayoría. Sin duda, las voces de sirena que hoy señalan las bondades de promover inversiones que transforman y cambian radicalmente el paisaje tolimense, cambiando nuestra vocación de productores agrícolas a receptores de regalías mineras, les seguimos diciendo que aunque el oro genere más ambiciones que el agua, ésta es la opción de vida y desarrollo del departamento y será a través del trabajo transformador en muestro territorio, como hemos de construir un Tolima grande y responsable con el futuro y no la ganancia de una lotería minera que hipoteca el futuro.

Credito
ISMAEL ANTONIO MOLINA GIRALDO.

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