En las calles de Las Delicias ya no están los ‘paracos’ ni los ‘guerreros’; esa sombra de terror y muerte se fue del caserío, pero en la mente de sus habitantes quedó grabada una huella de violencia, de silencio, de tener que obedecer al grupo de turno.
Cuando se pregunta sobre lo sucedido muy pocos son los que hablan, parece que la enfermedad del olvido de las historias de ‘Gabo’ se hubiese adueñado de la mente de sus habitantes. Son pocos los que se atreven a contar lo sucedido, no se sabe si lo hacen por valor o porque no quieren que las historias de sus muertos queden a la deriva y en la impunidad. Este corregimiento, distante a una hora del casco urbano de Lérida, fue escogido por la Fiscalía General de la Nación, por el contexto histórico que lo rodea, para una jornada de atención a víctimas.
Al salón comunal del mencionado corregimiento llegaron cientos de rostros, cientos de historias y cientos de recuerdos. Entre ellos estaba el de Miriam Contreras: su esposo había sido asesinado por los paramilitares hacía siete años, pero de su mente no se había borrado todo el dolor que significó que a Jorge Carrillo, su compañero sentimental, lo ultimaran de seis disparos frente a su hijo.
“Estoy aquí para saber el porqué de la muerte de mi esposo, eso fue el 6 de mayo de 2004, estaba en la puerta de la casa, sentado en una mecedora y llegaron y le pegaron seis tiros; la muerte de él ya era avisada, le alcanzaron a mandar tres volantes”, aseguró la señora Contreras en medio de las lágrimas.
“En los volantes le mandaban a decir que se fuera, pero él no quiso. Vivíamos en Lérida, no sé porqué lo amenazaban y hasta el momento desconozco los motivos de su muerte. Tengo a toda la familia de él de enemiga; ellos dicen que fui yo, pero eso no es así”, dijo antes de que el llanto opacara su voz.
Cuando Carrillo fue asesinado dejó dos hijos: una niña y un niño; hoy, gracias a los esfuerzos de su progenitora, la joven tiene 22 años y en la actualidad trabaja, el varón tiene 16 años y aún no logra sacar de su mente el momento en que a su padre lo mataron frente a él y aunque tiene el sueño de iniciar una carrera universitaria, sabe que con lo que gana su mamá apenas podrá terminar el bachillerato.
“Ellos me piden que quieren seguir estudiando, pero yo no puedo; a mí me tocó muy duro cuando murió mi esposo. Él, en medio de la humildad y la pobreza en la que vivíamos, nunca faltó con lo necesario; después de que lo matan me tocó una vida muy dura para sacar a mis hijos adelante”, explicó Miriam Contreras.
El dolor de padre
El día transcurría en medio de un sofocante calor, pero eso no fue óbice para que Libardo Suárez llegara a la jornada. Después de visitar la finca, de la que le tocó salir por miedo, y de sembrar uno aguacates y yucas por si algún día supera sus temores y decide volver, se dirigió al sitio de la actividad con la esperanza de que alguien le dijera porqué asesinaron a su hijo.
El joven murió a manos de los ‘Bolchevos’ -como comúnmente se le llamaba a los ‘Bolcheviques’- y a pesar de que su padre asegura que nunca tuvo problemas con alguien ni recibió amenazas, una mañana, cuando hacía un recorrido (era conductor), lo bajaron del vehículo y lo mataron.
“Eso para nosotros fue lo más triste y duro que nos ha podido suceder; a Alfredo lo mataron cuando llevaba cuatro pasajeros, lo bajaron, lo amarraron y lo acribillaron en toda la entrada de Versalles, le pegaron cuatro tiros”, aseguró el dolido padre.
“Él era el que nos ayudaba a nosotros, uno con la edad que tiene ya no puede trabajar. Después de que me mataron al muchacho me tocó salir de la finca; no sé porqué lo mataron, algunos dicen que por la envidia que le tenía la gente porque a él le estaba yendo muy bien”, explicó Suárez.
A pesar de las hipótesis que existen sobre la muerte de Alfredo, Libardo quiere saber exactamente los motivos que llevaron al grupo insurgente a arrebatarle la vida a su muchacho.
Busca respuestas
Otra historia fue la de Alba Luz Velázquez Valencia. Ella viajó desde Fresno hasta Las Delicias y aunque no conocía la vereda, siempre supo que en años anteriores por allí se paseaban como “Pedro por su casa” los asesinos de su esposo. “Vine a preguntar por Fabio Enrique Hernández Castaño, el era mi esposo; se cree que lo mataron las Autodefensas.
Eso ocurrió el 20 de marzo de 2006, mi hijo cumplía cuatro meses es día, veníamos en la motocicleta, salieron dos tipos, me hicieron bajar, que siguiera y cuando escuché fue un tiro, me devolví y ahí estaba el muerto, ni lo dejaron bajar de la moto”, contó la señora Velázquez.
Lo que vino después para la viuda fue muy duro, porque su esposo era el que respondía por la familia: “Me tocó trabajar muy duro, en moliendas, cogiendo café, cocinando, en fin, en lo que saliera, lo importante era sacar adelante a mi hijo”.
Ahora lo que quiere es obtener respuestas; ese crimen completó ya cinco años y aunque pasó papeles hace cuatro años, aún no ha obtenido respuestas por parte de las autoridades ni de los presuntos asesinos de su esposo.
"Llegamos a las víctimas": Fiscalía
Se escogió al corregimiento de Las Delicias por el contexto histórico que tiene en cuanto al conflicto armado y por la cantidad de víctimas que a su paso dejaron los grupos al margen de la ley.Al sitio llegaron las instituciones comprometidas con el proceso de Justicia y Paz en la etapa de reparación, aunque brilló por su ausencia la Defensoría del Pueblo, que no se hizo presente en la jornada.
Miguel Romero, fiscal de apoyo de Justicia y Paz, resaltó la importancia de la jornada y más aún que se hubiese realizado en el corregimiento de Las Delicias.“Lo que queríamos era llegar a las víctimas y lo logramos; estamos en Las Delicias porque tiene un marco histórico, toda vez que este fue un sitio estratégico para los diferentes grupos armados, especialmente el Bloque Tolima, del que su comandante era Atanael Matajudíos, hoy postulado a los beneficios de la alternatividad penal”, aseguró el fiscal Romero.
“De acuerdo con el número de víctimas que tenemos censadas en esta zona, teníamos cálculos de unas 250 personas, la meta se cumplió”, agregó.Para hacer posible esta gran jornada la Fiscalía coordinó el ejercicio con varias entidades, como Acción Social, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, la Personería, la Alcaldía de Lérida y la Procuraduría, entre otras.
“Hay que resaltar la labor de las autoridades en la prestación de seguridad: el Ejército nacional, a través del comandante de la Sexta Brigada, el coronel Sandoval, envió varios de sus hombres desde hacía dos días para prestar seguridad; igualmente el coronel (Javier) Herrera, de la Policía del Tolima, garantizó el desplazamiento de los funcionarios hasta la zona”, finalizó el Fiscal.
Cifra
150 eran las personas que hacia el mediodía del primer día de la jornada ya habían sido atendidas por el grupo interinstitucional.
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