Ese mundo fue imaginado hace más de 30 años en la Guerra de las Galaxias, pero a diferencia de ese Tatooine, este es frÃo y gaseoso según los primeros análisis.
El planeta, que le da la vuelta a dos estrellas, se encuentra a tan solo 200 años luz de nosotros y es una muestra más de la diversidad de planetas que existen en la galaxia, en la que la mayorÃa de las estrellas son binarias.
"El descubrimiento confirma una nueva clase de sistemas planetarios que podrÃan albergar vida. Como la mayorÃa de estrellas en la galaxia son sistemas binarios, las oportunidades para la vida son mucho más amplias que si los planetas se formaran alrededor de una sola estrella", consideró William Borucki, principal investigador de la misión Kepler.
Este satélite busca en una región del espacio entre las constelaciones de el Cisne y la Lira, qué tan frecuentes podrÃan ser los planetas tipo Tierra, siendo el único que posee tal capacidad de detalle.
Un grupo de cientÃficos encabezados por Laurance Doyle del Instituto Seti, empleó datos de ese telescopio para medir cambios en el brillo de cerca de 150 mil estrellas en busca de planetas en tránsito (que pasen por delante de su sol vistos desde el Kepler).
"Los teóricos han estado debatiendo por años si planetas gigantes podrÃan formarse alrededor de sistemas solares binarios. Unos dicen que sÃ, otros que no. Kepler ha entregado su respuesta: sÃ", explicó Alan Boss, astrofÃsico del Carnegie Institution en Washington.
El descubrimiento confirma que Kepler-16b es un mundo inhóspito, frÃo, del tamaño de Saturno, creyéndose que es mitad roca y mitad gas. Las estrellas progenitoras son ambas más pequeñas que nuestro Sol: una es 69 por ciento y la otra solo 20 por ciento la masa del Sol.
Kepler-16b orbita alrededor de las estrellas cada 229 dÃas, similar a los 225 que tarda Venus en darle una vuelta al Sol. No se encuentra en la llamada zona habitable.
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