Señorita Colombia hizo el balance de su presentación en Miss Universo

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Con una sonrisa en la que refleja tranquilidad y seguridad Catalina Robayo, Señorita Colombia, dice haber hecho un buen papel en Miss Universo, donde alcanzó a estar entre las 16 semifinalistas. Sin embargo, la suerte no estaba de su lado, pues ella misma asegura que ésta juega un papel más importante que la belleza en ese tipo de certámenes.

¿Cuál es el balance que hace de Miss Universo?

El mejor. Entre noventa candidatas alcanzamos a clasificar entre las 16 semifinalistas, pienso que esto es un logro importante para un país donde Miss Universo no es su prioridad, en Colombia el trabajo social de la reina no lo anteponemos a nada, mientras que sí hay países que ponen todas sus energías en ganar Miss Universo. 

¿Pero qué faltó esta vez para alcanzar de nuevo la corona?

Este año y todos los anteriores, lo que nos ha faltado es suerte, que de verdad esa corona esté en el destino de la reina de Colombia. 

¿Así que usted piensa que en Miss Universo se gana por suerte y no por belleza?

Sí. Hay mujeres muy bellas, preparadas y con mucho carisma en Miss Universo, que ni siquiera logran clasificar. Allá no gana ni la más linda ni la más carismática, porque son noventa candidatas y la comparación de belleza es absolutamente imposible, hay asiáticas, africanas, europeas y latinas hermosas. Y cómo hace el jurado en cinco minutos de entrevista para saber cuál es más carismática que otra. Esto es de destino. 

¿Cree que bajó puntos por esa foto en la que usted mostró más de lo que debía?

No. Si yo no hubiera clasificado entre las semifinalistas hubieran dicho que no clasifiqué por la foto o por el vestido de gala, y no fue así.

Sorprendió con ese vestido, fue totalmente diferente a los que estamos acostumbrados a ver en un reinado, ¿qué buscaba con ese diseño?

Fue un vestido que se escogió entre los organizadores del concurso, el diseñador y yo. Y lo más importante era que a mí me gustara, de ahí para allá, no me importaba. Sigo segura de la elección. Acá no les pareció tan chévere, mientras en Miss Universo fue una locura, me detenían a preguntarme quién me había hecho ese vestido tan divino, con esos comentarios a mí qué me iba a interesar que en Colombia dijeran que no les gustaba. 

¿No cree que fue un desacierto?

Ser arriesgado y diferente siempre da susto, y qué tristeza, porque el ser diferente es lo que te permite destacarte y más en un grupo de noventa mujeres bellas. Cuando un jurado ve desfilar en traje de baño y de gala a noventa niñas, es decir, 180 repeticiones, ¡por Dios! se aburre el ojo a la cincuenta candidata. Mi objetivo era ser diferente, y lo logré y mejor no nos pudo haber ido con ese vestido.

¿Piensa que sí hubo política en elegir a Angola, proveniente del continente con más Sida?

Alrededor de Miss Universo hay muchos mitos. Lo que es cierto es que allá te elige también la organización, de hecho en las trasmisiones dicen públicamente que las 16 semifinalistas son escogidas por un jurado preliminar y por miembros de Miss Universo. Unas pueden entrar porque les cayeron bien y otras porque tienen negocios con Donald Trump. Pero no me he puesto a pensar si a Angola la escogieron por política, me parece divina. Una latina no tenía nada qué ver si estaban escogiendo ese tipo de belleza. 

Usted a diferencia de otras señoritas Colombia, salió ennoviada del reinado, ¿cómo surgió ese amor?

(Risas) Sí, tengo novio hace cuatro meses. Lo conocí en diciembre del año pasado. Todo surgió un día antes de mi cumpleaños, cuando nos dimos cuenta que cumplíamos el mismo día, así que celebramos juntos, nos enamoramos. No nos vemos más de cuatro días a la semana, pero él entiende mi situación porque me conoció así. Todos dicen que cuando entregue corona y lo pueda ver más de una semana ya no nos va a funcionar (Risas). 

¿Y quién es?

No es actor ni cantante. Es un empresario de Bogotá, vivió fuera del país por catorce años, así que de reinado no entiende nada. En Brasil no quiso tomarse fotos con las 89 mujeres más bellas del mundo porque decía que para qué si me tenía a mí.

Credito
EL PAÍS - COLPRENSA

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