Dólar juega con dos caras en el sector agropecuario

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El III Censo Nacional Agropecuario desnudó la cruda postración del agro colombiano. Lo que quedó claro fue que hace 50 años, las políticas para el sector se hicieron al azar, pues no se conocían sus cifras reales.

MARCO A. RODRíGUEZ PEÑA

El salto que dio el dólar de $1.800 a $3.300 en menos de un año fue tan trascendental para el sector agropecuario del país, que, literalmente, lo puso a vivir en otro mundo.

Sin duda alguna, es el hecho económico que más pesó sobre el sector en el 2015.

Tan relevante fue, que incluso se dio el lujo de jugar con “dos camisetas”. Para unos expertos, la revaluación de la moneda americana, que es del orden del 30%, es buena para el agro, pues quien tiene la posibilidad de exportar (palma y flores, por ejemplo) recibe más pesos por sus productos. A su vez, ese mayor valor por un dólar impide importaciones agropecuarias, lo que conduce a que estas se tengan que producir en Colombia y, de esta manera, se aportaría al crecimiento de la economía del país.

Por esa cara, bien; pero la otra afecta de manera directa a subsectores como el avícola y la porcicultura, que tienen que importar la materia prima (maíz, soya y torta de soya) para la fabricación del alimento de sus animales, panorama más que asfixiante, pues sus costos de producción se han incrementado un 30%.

Cambio descomunal

De acuerdo con Hernán Hernández Peñaloza, director Ejecutivo de la Sociedad de Agricultores de Santander, SAS, y miembro de la junta de la SAC, se dieron dos fenómenos simultáneos: cayó el precio del petróleo de US$100 el barril a US$40, pero el dólar se trepó de manera descomunal.

“Nos favorece en muchos casos y conlleva a cambios muy grandes en varios sectores. Si el escenario se mantiene como está hoy, lo que vamos a tener nosotros es una posibilidad de producción de todo lo que es colombiano a unos mejores costos (siempre y cuando se controlen las tasas de interés y los impuestos), que nos hace muy competitivos en lo que producimos”, agregó.

En su concepto, es la oportunidad para hacer una reconversión, pero se necesita de la ma-no intervencionista del Estado para potencializar las siembras de maíz y soya.

Para José Félix Lafaurie Rivera, presidente Ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán, en términos generales, la ganadería es un sector que se ve favorecido cuando la tasa de cambio es más débil.

“Cuando se tiene una tasa de cambio a $3.300, se blinda ante las importaciones de alimentos, pues obviamente no puede llegar leche, como acontecía con una TRM a $1.800”, agregó.

Según Henry Vanegas Angarita, presidente Ejecutivo de la Federación Nacional de Cerealistas y Leguminosas, Fenalce, al bajar el petróleo, subió el dólar y se logró una tasa de cambio equilibrada, lo que mejoró los precios en el mercado interno y es un estímulo para los productores.

“La corrección de la tasa de cambio, que por muchos años estuvo desequilibrada, le permite al sector cerealista ser competitivo. Lo anterior conllevará al impulso de las siembras de maíz, soya y sorgo en el país”, sentenció.

De acuerdo con Rafael Mejía López, presidente de la Socie-dad de Agricultores de Colombia, SAC, el dólar costoso conllevará a mayores siembras en el país, y de una vez se podrá afrontar el plan de sustitución de importaciones de alimentos.

El directivo ha dicho que importamos 10.3 millones de toneladas, con un consumo aparente de la población de 37.3 millones de toneladas. Lo anterior, en su concepto, significa que el 27.5% de los alimentos que consumimos diariamente vienen del mercado externo.

“Cuando un colombiano se toma un vaso de leche, un yogurt, se come un queso, un pollo asado, unos huevos pericos o una chuleta de cerdo, está ingiriendo un componente importado”, agregó.

Mejía López dijo que el nuevo escenario da la oportunidad de revertir esa situación, al menos en un 50%.

Creciendo, pero con costos altos

Hernán Hernández Peñaloza, SAS.

El otro filo

El año que termina fue de crecimiento para los porcicultores, pero esto fue producto del impulso que traía el sector. En ese camino, se encontró con un tropezón: la devaluación del peso colombiano.

A juicio de Carlos Alberto Maya Calle, gerente de la Asociación Colombiana de Porcicultores, Asoporcinos, por el incremento de los costos de producción (revaluación del dólar), ya hay una fuerte afectación. “En Colombia no se producen los insumos que requiere la producción de carne de cerdo, como lo son torta de soya y maíz amarillo. Como se tienen que importar, van ligados a lo que acontezca a diario con el dólar”, agregó. Esa situación los pone en una clara desventaja, máxime ahora, que tienen que pagar más impuesto de importación por materias primas para competir con carne sin arancel y con subsidios en su producción.

Alfonso Peñaloza Bueno

Director de mercadeo de Centroabastos.

La subida del dólar ha afectado el precio de los alimentos y, de paso, el bolsillo de los colombianos, en lo que tiene que ver con los productos que se traen del extranjero; es decir, los llamados “importados”.

Ahora, si se toman las declaraciones del Ministerio de Agricultura, las importaciones de alimentos completan tres meses consecutivos de acelerada caída.

En el caso de Bucaramanga y el área metropolitana, tenemos que a la Central de Abastos entran 140 productos, de los cuales 20 son importados; es decir, el 14.5%.

Esos productos, por tener que traerse del extranjero, son a los que más golpea la revaluación del dólar, y ahí se encuentran unos que son de alto cosumo, pues son parte del complemento de la alimentación diaria de las personas.

Tomando las estadísticas que se llevan en Centroabastos, correspondeintes desde octubre hasta la primera quincena de diciembre de 2015, se tiene que el azúcar, en ese periodo, sufrió un incremento del 24.25%. La lenteja también subió 32%.

Igualmente, hay un incremento en la cotización de las frutas importadas, entre las que se destacan la ciruela, con una subida del 16%, el durazno extranjero (20%) y las manzanas (18%).

El ajo, que se estimaba como un producto barato, ha tenido una trepada por la revaluación del dólar, del 21.43%.

La harina de trigo, igualmente, por ese mismo factor, ha subido el 5.33%.

En el sector de los enlatados se destaca el incremento que han sufrido las sardinas, con un 2.78%, y el atún, con 8%.

También ha subido de precio el maíz importado, cerca del 25%.

En la medida que el dólar siga trepando, ese incremento se les trasladará a los alimentos importados, pues sus costos en el mercado internacional en algunos productos prácticamente se han duplicado.

Al estar costosos los importados, los potenciales consumidores han encontrado sustituos en los de producción nacional.

Credito
EL NUEVO DÍA

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