«Una vez se establece una relación sexual, la mayoría de parejas (...) usan el tacto como poco más que una forma no verbal de comunicarse su disposición, o ruego de hacer el amor. Es algo más funcional y, más allá de la funcionalidad, su valor parece limitado y lo consideran (los hombres especialmente) como una pérdida de tiempo (...), una postergación innecesaria del coito".