Un piloto del Dakar que mató un perro en Bogotá

TOMADO DE SEMANA.COM
El motociclista Juan Sebastián Toro acabó de un disparo con la vida de un perro criollo. Historia de un nuevo acto de intolerancia.

La tranquilidad del barrio la Alhambra se vio interrumpida en la tarde del pasado domingo 8 de marzo por cuenta de uno de los miles de casos de intolerancia relacionados con el caos vial en la capital. Con el agravante de que uno de los involucrados utilizó un arma de fuego para acabar con la vida de un perro.

La historia es la siguiente. Juan Sebastían Toro, reconocido píloto de motocicletas que participó el Rally Dakar, estaba buscando la casa de su tía en el barrio la Alhambra para asistir a un almuerzo. Mientras buscaba parqueadero para su camioneta Toyota gris doble cabina de placas HJW183, la señora Marina Isaza le pitó insistentemente hasta que colmó la paciencia de Toro. Mientras hubo un intercambio de palabras, Arturo Isaza, hermano de la señora, se acercó a la escena para defender a su familiar.

Lo que comenzó como una disputa usual por la vía se convirtió en un enfrentamiento que involucró al perro de la familia Isaza, Príncipe, que era conducido por Arturo. En la pelea hubo insultos y agresiones de ambos lados. Luego de un intercambio de insultos y agresiones, Juan Sebastián Toro sacó un arma de su carro y le propinó un disparo al perro en el lomo, lo que le ocasionó la muerte.

Más allá de las versiones encontradas sobre la pelea, la lupa de las autoridades se ha centrado en el porte de la pistola Walther 9 milímetros por parte de Toro. Como es bien sabido, en Bogotá está prohíbo el porte y uso de armas por parte de particulares, de acuerdo con la Resolución 028 de 2014.

Toro habló en diferentes medios de comunicación sobre el episodio. En primer término, reconoció su responsabilidad en el hecho. Ante el cuestionamiento sobre el porte del arma, aseguró que venía de un viaje a Puerto Gaitán (Meta) relacionado con su trabajo. Señaló, además, que tiene todos los permisos para el porte y uso de pistolas.

En declaraciones al programa Arriba Bogotá, de City TV, el mayor Édison Cuéllar, subcomandante de Policía de Suba, confirmó que la pistola que utilizó Toro ya fue confiscada para atentar contra Príncipe. 

El uniformado señaló además que el piloto deberá responder por los delitos de lesiones personales y daño en bien ajeno, aunque fue dejado en libertad por un juez que consideró que no revestía peligro para la sociedad.

Versiones encontradas

Como era de esperarse, ambas partes tienen dos versiones diametralmente opuestas del lamentable episodio. Por un lado, Arturo Isaza asegura que Toro lo embistió con su camioneta, ocasionándole lesiones en su pierna derecha.

Los hermanos Isaza, que también hablaron en varios medios, señalaron que el piloto respondió de manera grosera, insultó a la mujer, pisó con el carro a Arturo y luego sacó de su vehículo un arma de fuego y le disparó a Príncipe.

El piloto, por su parte, indicó que Isaza pasó de los insultos a los golpes contra su vehículo. Aseveró, además, que en ningún momento agredió físicamente al propietario de Príncipe. Aunque reconoció su error por el uso de la pistola.

¿Hasta cuándo la intolerancia?

La paradójico del episodio es que se presentó pocas horas después de la Marcha por la Vida, convocada por Antanas Mockus, en el que el mensaje central era el respeto por la integridad del prójimo.

De acuerdo con estadísticas del Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad, en 2014 las riñas entre vecinos y particulares estuvieron disparadas. En lo corrido del año anterior se registraron 12 mil 507 episodios denunciados. Una cifra escandalosa para cualquier capital.

El problema de fondo, que muestran episodios como el ocurrido con el piloto Juan Sebastián Toro y la familia Isaza es la forma cómo los colombianos están solucionando los conflictos interpersonales. No existen términos como conciliación o diálogo. Cualquier episodio se soluciona con insultos, agresiones y finalmente con disparos a mansalva.

El caso de Príncipe ahora está en manos de la Justicia, que tendrá que esclarecer los hechos y determinar los delítos cometidos y la pena por este nuevo acto de intolerancia.

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