En Ibagué hay varios fenómenos territoriales que trascienden la delimitación político-administrativa del municipio y, en consecuencia, es fundamental que se atiendan en conjunto con las perspectivas y aspiraciones de los municipios con los cuales comparte estas necesidades, sobretodo con miras a resolver el principal problema que tenemos: la economía. Mencionemos algunos, como el agua y la movilidad (causa central del próximo Plan de Ordenamiento Territorial) y el turismo, la agroindustria y logística (consecuencia de un reordenamiento del modelo territorial –hacia dónde vamos productivamente conforme lo que somos-).
De ninguna manera son, estos, hechos aislados y exclusivos de la capital del Tolima, son vinculantes e interrelacionados con otros municipios, que implica, un cambio en el modelo territorial de la ciudad (región) alrededor del agua, comprendiendo la importancia para el desarrollo humano, social y económico de la ciudad (región) y esto significa repensar las dinámicas sociales, culturales y económicas tanto urbanas como rurales supramunicipales y los sistemas productivos teniendo como punto de partida el agua (pero ya no solo la local).
Nada más tomemos Ibagué y Alvarado y su estrecha vinculación, por ejemplo, en materia de vivienda (muchas campestres) y la implicación (por la expansión) en el agua, tanto de captación, para este ejemplo, como de infraestructura para conducirla. No es un asunto menor, al que debemos anticiparnos, en el muy corto plazo. Ni que decir de la movilidad, más complejo aún, pues no es un asunto en el que confluyen únicamente quienes residen fuera del perímetro ibaguereño, también quienes trabajan y tienen su fuente de producción más allá de la línea de frontera, como el caso, del mismo Ibagué-Alvarado o Ibagué-Espinal (necesariamente teniendo que incluir algunos municipios más).
En punto a que, como dos de varias más, el agua y la movilidad, son un importante elemento que impacta la competitividad, la inversión y el desarrollo; levantar la mirada hacia la vocación económica y productiva de Ibagué, también requiere y necesita la interacción con otras localidades. El corredor logístico lleva consigo convertir, no solo nuestra ciudad, sino el tránsito aledaño, competitivo en comparación con otras poblaciones de Colombia, que entregan ventajas similares a las que, tal vez, Ibagué pudiera ofertar (volvemos al agua, pero aquí se requiere apuntalar a una gama de servicios más amplios, no solo públicos, también tecnológicos, de proyectos e inversión).
La agroindustria, es una apuesta económica sostenible y se convierte en un motor del desarrollo que vincula municipios circundantes (en especial en la ruralidad) con la meseta de Ibagué junto al mismo Alvarado y Espinal. También nos nutrimos y contribuimos turísticamente con los vecinos, basados en la cultura y el turismo de naturaleza, integrado, este último, por ejemplo, por municipios como Villahermosa, Anzoátegui, Santa Isabel, Murillo, Casabianca e Ibagué.
Es hora de pensar en hechos regionales que trascienden la escala de los gobiernos locales.
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