Otro que emprende el viaje

Siempre será preocupante la forma como la muerte nos demuestra a diario la fragilidad de la vida y cómo, por más poder que tengamos o más jactancia con que tratemos a los demás vivos, el hueco del destino será más poderoso que nuestra debilidad frente al olvido.

Cada amigo que muere es un aviso del destino para que no nos olvidemos del libreto. Lo digo por Carlos Perozzo García, gran escritor nacido en Cúcuta, quien alzó vuelo el pasado jueves 28 de julio dejándonos una herencia literaria que, sin más, debemos difundir y defender quienes nos mantenemos aún montados en esta nave de los locos.

 

Dramaturgo y director de teatro, lo conocí en la década de los años setenta, con un nombre ya ganado en la cultura nacional. Por esos años en España la editorial Planeta organizó la publicación de una colección de novela que llamó Serie Latinoamericana y en la cual incluyó tres colombianos: Óscar Collazos, Carlos Perozzo y yo.

 

Su novela “Hasta el Sol de los venados” (1976), tiene como escenario principal su ciudad natal, Cúcuta, y como tema la lucha ideológica que librara la juventud no sólo colombiana, sino también latinoamericana, en busca del eterno sueño de la libertad.  Recuerdo que una noche se presentaba en Bogotá la orquesta venezolana Billos Caracas Boys y Carlos nos dijo a un grupo de amigos que iba a entregarle al maestro Billo un ejemplar de “Hasta el Sol de los venados”.

 

La orquesta hace parte de la novela, por supuesto. En efecto fuimos con él y el Director nos invitó, agradecido con Carlos y su novela. Así que esa noche nos emborrachamos por cuenta de “Hasta el Sol de los venados”. Ya ven, para muchas cosas sirve la literatura, vaya uno a saber para qué tantas otras.

 

Con esta novela Carlos se enrumbó definitivamente por el arte de narrar y producto de su incesante trabajo fueron sus otras novelas “Juegos de mentes” (1981), “El resto es silencio” (1993) y “La O de aserrín” (2005), con las cuales se insertó definitivamente en la historia literaria del país.

 

También nos dejó dos volúmenes de cuentos titulados “Otro cuento” (1983) y “Ahí te dejo esas flores” (1985) y dos obras de teatro galardonadas “Atreverse a luchar, atreverse a vencer” (1973), premio Casa de las Américas en Cuba, y “La cueva de infiernillo” (1980), premio nacional de teatro Icasa.

 

Carlos fue siempre un escritor generoso. Escucharlo hablar de Shakespeare fue un deleite y una lección de sapiencia para cualquier persona con hambre de conocimientos y deseos de fortaleza intelectual. Por eso lo mantendremos vigente leyendo sus libros. En verdad, uno permanece vivo mientras alguien lo recuerde. El resto es silencio.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

Comentarios