En la polÃtica se impone el interés individual sobre el público. El candidato ganador entrega a sus aliados, en el gabinete, las secretarÃas con mayor presupuesto en compensación a su apoyo electoral, para que desde allà las manejen a su antojo y recuperen lo económicamente invertido en la campaña y obtengan ganancias pecuniarias y electorales. Con el presupuesto público se pagan favores recientes y antiguos. La victoria electoral justifica los medios utilizados para lograr el triunfo. Justifica también el cruce de linderos de lo legal a lo ilegal en busca de apoyos y financiación. Esa ha sido la norma tradicional y rectora que ha imperado –con contadÃsimas excepciones- en la polÃtica tolimense desde hace ya varias décadas. Palabras más, palabras menos, ese estilo propio de la mencionada escuela jodió al Tolima.
En los recientes lanzamientos de candidaturas liberales a la Gobernación del Tolima y la AlcaldÃa de Ibagué hemos visto sentados en la misma mesa a los decanos, catedráticos, rectores e indiscutibles tratadistas de esa escuela de politiquerÃa, clientelismo y corrupción. Con un hecho registrado de manera especial por el jefe del Partido Liberal: asistió a dichos eventos el Maestro de Maestros de la mencionada academia electoral. Al fin y al cabo es el GuÃa Mayor y los aventajados alumnos de ayer –hechos a su imagen y semejanza- y los de hoy –candidatos a la Gobernación, la AlcaldÃa de Ibagué e integrantes de las direcciones de otras candidaturas- deben y prestan la debida reverencia al jefe de siempre. Llevan su nefasta impronta. Aprendieron a cabalidad las enseñanzas. Sus declaraciones de renta –después del paso por lo público- lo comprueban.
Pero, ¿qué hacen allÃ, en la misma foto sonrientes y plácidos, antiguos militantes de opciones polÃticas alternativas que hace poco fueron dirigentes del Polo y lo son aún de los Verdes? No hace mucho tiempo, parados sobre una tarima ética construida por ellos a su a su amaño, condenaron, acusaron, enjuiciaron y confrontaron, por corruptos, clientelistas y politiqueros ante la opinión pública regional, a sus actuales candidatos y aliados. ¿Qué ejemplo de coherencia personal, de dignidad, de ejercicio serio de la polÃtica están enviando a las nuevas generaciones con su avieso proceder?
La desilusión, sin lugar duda, es grande y dolorosa. ¿Cómo definir a ese reducido y vergonzoso grupo de oportunistas electorales que engañaron tan olÃmpicamente a la opinión pública tolimense? Sencillamente, llamándolos por su nombre: sinvergüenzas. Y claro está, votando en blanco para la Gobernación y la AlcaldÃa de Ibagué. Ahà los castigaremos polÃticamente: a toda esa gavilla.
Hemos sostenido que el deterioro de la política en el Tolima se debe fundamentalmente a la existencia de una escuela y un estilo -predominantes durante varias décadas- que ha establecido como ejes rectores de su ejercicio, entre otros, los siguientes criterios: la política constituye una alternativa de enriquecimiento personal expedita.
Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO
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