De cara a la alocución que hizo el Señor Presidente, doctor Juan Manuel Santos, sobre el cáncer que padeció y del levantamiento de la reserva de su historia clínica, debo resaltar su fuerza de voluntad y ejemplo. Dio muestra al país de su impresionante fortaleza, se mostró como el referente valeroso que se sobrepone al sufrimiento humano para dar cumplimiento a sus responsabilidades de mandatario. Esta situación, indudablemente, lo humanizó y lo acercó más a los colombianos.
Paralela a esta lección de vida, se hicieron respecto a su enfermedad, entre muchas otras, las siguientes dos afirmaciones: ”Ésta es una situación muy común en el hombre, es una enfermedad que solamente a través de la disciplina se puede hacer la curación” (Médico de confianza del Señor Presidente), y "El cáncer de próstata es muy común, tanto que la gran mayoría de personas no saben que lo padecen" (doctor Sebastián Quintero, médico de la Liga Colombiana Contra el Cáncer).
Es obligado traer a colación estos dos dictámenes para dar cabida a la siguiente abstracción:
No son verosímiles los enfoques que semejan la política con las patologías cancerígenas, declaraciones como la de que el cáncer es la enfermedad de moda de los gobernantes puede resultar un sofisma distractor que impida asumir esta enfermedad en forma integral: como el flagelo que afronta la humanidad, porque la carga de morbilidad es alarmante, afecta a todas las poblaciones y sus repercusiones no están sujetas a honor o posición alguna.
Referidos históricos de cáncer de gobernantes como el de François Mitterand, Luiz Inácio Lula da Silva, Fernando Lugo, Dilma Rousseff, Rene Preval, Hugo Chávez, y con ellos quizás muchos más que permanecen en reserva como secretos de Estado, solo debe entenderse como lo que son, muestras latentes de que esta enfermedad llega a todas partes sin respeto ni consideración. Sin temor a equívoco testifico que ningún hogar colombiano ha sido ajeno al cáncer, todas las familias infortunadamente han conocido de cerca y/o padecido esta enfermedad; la mía, en varias oportunidades la ha experimentado en carne propia.
¿Cómo enfrentar el cáncer?
El Estado debe diseñar e implementar una verdadera política pública en salud contra el cáncer en todas sus variables; el Gobierno Nacional debe promover espacios de discusión y difusión que permitan mayor información y educación; debe darse mayor interacción entre las diferentes instancias del Gobierno con el Instituto Nacional de Cancerología, enhorabuena regentado por un tolimense, el galeno Raúl Murillo; la Liga Colombiana Contra el Cáncer y las instituciones públicas y privadas especializadas en la materia; los medios de comunicación deben ser convocados para la difusión masiva de campañas de prevención, alertas sobre tratamientos a tiempo e información sobre opciones terapéuticas.
En otras palabras, la lucha que se libre debe ser integral, debe adoptar políticas, programas y acciones concretas, factibles y eficaces de corto y de largo plazo, porque son demasiados los valores que están en juego, entre ellos: la salud pública y la dignidad humana; es necesario, además, involucrar a todos los actores públicos y privados. La Nación debe tomar conciencia de tamaño flagelo que golpea nuestra gente.
Que el acto de fortaleza del Señor Presidente y las afirmaciones especializadas, referidas, sean entonces la tinta indeleble que registre en la Agenda de Estado la política integral de lucha contra el cáncer como prioridad de desarrollo.
(*) Representante a la Cámara por el Tolima
De cara a la alocución que hizo el Señor Presidente, doctor Juan Manuel Santos, sobre el cáncer que padeció y del levantamiento de la reserva de su historia clínica, debo resaltar su fuerza de voluntad y ejemplo.
Credito
ROSMERY MARTÍNEZ ROSALES (*)
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