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Lo anterior genera una situación de incertidumbre en varios escenarios, en el Congreso, porque no se tiene certeza de si las iniciativas legislativas –lo que comúnmente se han denominado las reformas- podrán ser aprobadas o terminarán dilatándose a través de diversos mecanismos propios de la actividad congresional, que corren el riesgo de empezar a acumular ‘fallas de trámite’ que luego serán los argumentos para su demanda y eventual derogatoria o aún peor, no lograr que las mismas sean aprobadas y terminen hundiéndose o teniendo que ser retiradas –hay que decir que esto no es novedoso en este gobierno, es una práctica bastante común en las tácticas congresionales-. Pero igualmente puede empezar a afectar la manera como el manejo de la economía es analizado desde actores internacionales relevantes. Igualmente prolonga la expectativa de unas victorias prometidas a sus seguidores, pero que igualmente pueden convertirse en especies de bumerang.
Esto no significa que las cosas estén en situaciones catastróficas, pese a que algunos radicales opositores pretendan hacerla ver así. El gobierno tiene un equipo económico sólido y con gran credibilidad, como el ministro Bonilla de Hacienda y el equipo técnico de sus colaboradores, el director del DNP Jorge Iván González, el ministro de Comercio, Industria y Turismo Umaña y con capacidad de concertación; pero se requiere que el propio Presidente Petro se involucre más a fondo en reuniones con los dirigentes empresariales y con los líderes políticos relevantes de las fuerzas políticas de oposición, independientes y de su propia coalición, para darle materialidad a ideas que han estado rondando y han sido enunciadas por el Presidente en diversos escenarios, especialmente la del ‘Acuerdo Nacional’ que no han pasado de ser iniciativas discursivas, que probablemente para sus seguidores son suficientes, pero seguramente no para aquellos que ven su gobierno con poca confianza y necesitan, un discurso más coherente y sobre todo que las mismas se vayan materializando en Acuerdos, que pueden ser parciales o temáticos o más generales, aunque mucho más difíciles de materializar y de ‘vender’ a sus contrapartes.
Que le vaya bien al gobierno y la economía es fundamental para todos.
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