El aprendiz

Andrés Forero

Contrario a lo que muchos pueden pensar hoy, la suspensión del Alcalde de Ibagué, Andrés Fabián Hurtado, por su presunta participación en política no es un motivo de celebración.
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Ni siquiera puede ser visto como un triunfo de la oposición, porque aunque temporal, serán 90 días de interinidad que se traducirán en retrasos frente a la ejecución de obras y ralentizarán las ya de por sí quedadas inversiones y apuestas por el desarrollo de Ibagué. 

La medida disciplinaria de la Procuraduría, en cambio, prueba la enorme irresponsabilidad e inexperiencia de un mandatario en ejercicio quien olvidó que su deber estaba por encima de los intereses personales, apetitos políticos y a lo mejor hasta burocráticos, dejando al azar la estabilidad misma de la institucionalidad pública de la ciudad. 

El exceso de confianza de Andrés Fabián Hurtado, después de burlar la justicia y conseguir la prescripción de un proceso penal en su contra le dio fundamentos para lanzarse al ruedo sin temores. 

No solo se identi-FICO (leer con marcación del acento en su última sílaba) con un candidato en particular sino que puso a su esposa y hermana al frente del tema arrastrando de paso a contratistas y servidores oficiales. 

Pero la jugadita, queriendo consolidar su cacicazgo y propia empresa electoral,  esta vez, no le salió. 

En últimas, más que sus contradictores, quienes mejor capitalizarán el papayazo de Hurtado son sus mentores en cabeza del electo senador Óscar Barreto. Con seguridad ya debe estar maquinando el siguiente movimiento para nominar en la terna que llegará a manos del gobernador, en nombre del partido Conservador, una ficha de su entera confianza para sustituir al suspendido Alcalde.

Mientras el aprendiz de político se queda en el banco esperando el momento para volver a la cancha, el que fue su principal impulsor tendrá una oportunidad de oro para recuperar la ventaja perdida en la contratación pública, el pago de favores, la obtención de beneficios para su grupo político e inteligentemente hasta para atribuirse los votos que le pondrán a Federico Gutiérrez, en la conquista del último bastión no plenamente controlado por el barretismo.

La audacia, en este caso, no le alcanzó al alcalde Hurtado para superar al maestro. Pero se convierte, sin duda, en una lección de mesura, discreción e inteligencia con alto costo político, en un golpe a su soberbia, a su actitud temeraria, al todo vale al que se venía acostumbrando que ojalá también cale de manera ejemplarizante en su círculo más cercano.

Un muy mal momento sí para desgastarse en un proceso legal o tomarse vacaciones forzadas, en especial cuando sus ambiciones están puestas en poner sucesor en su cargo.

 

ANDRÉS FORERO

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