Las pruebas PISA (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes) son un estudio internacional comparativo de evaluación educativa liderado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, a la que recientemente ingresó Colombia, que se realiza cada tres años desde 2000. Evalúan estudiantes de 15 años, entre 7º y 11º grados, en comprensión de lectura, competencia matemática y competencia científica, con énfasis en una de éstas por ciclo.
La última evalúa los datos 2012 de 510 mil estudiantes en 65 países que representan el 87% de la economía mundial, tuvo énfasis en matemáticas, alfabetización financiera y resolución de problemas.
Los resultados para Colombia son preocupantes. Ocupamos el puesto 62 entre 65 países que participaron. Esto parece preocuparle a muy poca gente. Los temas evaluados (lectura, matemáticas y ciencia) arrojan cifras muy por debajo de la media internacional. Casi la mitad de nuestros jóvenes de 15 años no comprenden a cabalidad lo que leen. Sus competencias para plantear y resolver problemas son deficientes. Y sus habilidades científicas dejan mucho que desear. Con este tipo de educación cómo queremos que mejore la calidad de vida. Si revisamos el índice de Gini, que mide la distribución de la riqueza en el país, veremos que la brecha entre ricos y pobres se abre cada día más y que el número de muy ricos disminuye. Es decir, la riqueza se concentra en pocas manos.
La educación es el factor más importante de movilidad social. Si la educación es de mala calidad el ascenso en la escala social es muy lento y difícil. Además, los índices de competitividad de los países miden la optimización de la utilización de sus recursos disponibles. Uno de los principales factores de competitividad es el talento humano. Mientras más cualificado mejor. La cualificación del talento humano lo realiza la educación. Entonces, si la educación es de mala calidad no hay movilidad y las ventajas competitivas del país se reducen. Al final, todo se reúne para generar más atraso y pobreza.
Estos resultados deberían generar una movilización nacional para revisar qué nos está ocurriendo. El Estado tiene una responsabilidad grande, pero no solamente él. A los gremios económicos les debe preocupar. Son ellos los que necesitan mano de obra calificada para generar riqueza. Si los jóvenes no encuentran las oportunidades que les ofrece la educación de calidad, se quedan engrosando las masas de desocupados y son presa fácil del delito, de la droga, de los embarazos tempranos y del subempleo. Las familias ven frustrados sus sueños al ver a sus hijos por fuera de la red social de oportunidades y muy cerca de las garras del delito.
A nadie conviene una educación de mala calidad. Ni a las familias, ni a los jóvenes, ni a los políticos, ni a los gobernantes, ni a las autoridades ni a los industriales y empresarios. Si esto es verdad, ¿por qué la indiferencia ante este problema tan grave? En Finlandia, país que hasta 2009 encabezaba la clasificación, hay una gran polémica por su caída por debajo de los 10 primeros puestos. ¡Pero aquí crece la ignorancia y no pasa nada!
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