El clientelismo es un cáncer en la política. Se ha constituido en nuestra manera tradicional de hacerla y ejercerla. ¿Qué es el clientelismo?. Son relaciones de intercambio de favores entre dos sujetos, basadas en una desigualdad de poder y de control de recursos, en las que un político proporciona bienes materiales, protección y acceso a recursos diversos y el cliente ofrece a cambio servicios personales, lealtad, apoyo político o votos. El cliente puede ser un ciudadano corriente, miembro de una junta de acción comunal, comunero, líder, directivo empresarial, etc.
Así los recursos del Estado, que son de todos, se reparten sólo para la clientela del político. La inversión del Estado deja de ser su obligación para transformarse en el favorque el político les hace a sus clientes. La inversión estatal que debe ser pública y para el beneficio colectivo, se transforma en privada y para usufructo particular. Esta no es la función del Estado y a esta distorsión de la tarea estatal se denomina corrupción.
Es característica de los gobiernos autoritarios considerar que en política todo vale. Es decir, que se puede violar la ley, saltarse las normas y poner los dineros públicos al servicio del gobernante. La condena de la Corte Suprema de Justicia contra los exministros Sabas Pretelt, Diego Palacios y contra el exsecretario general de la Presidencia Alberto Velázquez, fue porque encontraron pruebas que el expresidente Álvaro Uribe les ordenó ofrecer prebendas para que los congresistas respaldaran el proyecto de reforma constitucional que le asegurara su reelección, en lo que se convirtió en el escándalo de corrupción y clientelismo denominado “Yidispolítica”.
Este comportamiento demuestra cómo convertir al estado en una finca donde se pretende hacer lo que le da la gana al patrón, como forma de solapada de corrupción y clientelismo, se debe castigar para preservar y fortalecer la democracia y sus instituciones.
Llama la atención que la Procuraduría, tan acuciosa en indagar cuando un funcionario menor comete una falta, mantenga un sepulcral silencio y cuando se ha expresado es para absolver…
El clientelismo y la corrupción como proceder político han generado la cultura política del atajo, del tráfico de influencias, de la manipulación, de la contratación amañada, de gobernar a espaldas de la gran masa y para el servicio de los estrechos círculos que rodean a los políticos en el poder.
Hoy la ciudadanía la podemos clasificar en los indiferentes que son aquellos que no les importa para nada lo que ocurre con el Estado; los utilizados por la clientela, que son miles de personas que votan porque los manipulan ciertos líderes, porque les hacen pequeños favores como inscripciones en el sisben, cupos escolares, citas médicas, mercados o subsidios.
Otros son la clientela que se beneficia de los favores de los políticos; los clientelistas o politiqueros; y los indignados, que con responsabilidad y sentido crítico quieren modificar este tipo de accionar corrupto.
La indignación contra la politiquería, corrupción y clientelismo sigue creciendo, si se une y organiza, las posibilidades de depurar la política, combatir la corrupción y renovar la ciudad serán pronto una realidad.
@agustinangarita
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