Terrorismo económico en EE.UU.

“No se debe negociar con terroristas; esto sólo los anima a exigir más”.

Así escribió la semana pasada un columnista de la prestigiosa página editorial del New York Times, pero no se estaba refiriendo al terrorista de ultraderecha que mató a casi 100 personas en Noruega, sino a los congresistas del ‘Tea Party”, el ala de ultraderecha del Partido Republicano de los Estados Unidos, que chantajearon al presidente Obama para aprobar el aumento del límite de la deuda pública de ese país. Y le ganaron el pulso.

 

“El Presidente se rindió”, escribió el premio Nobel de economía, Paul Krugman, en las mismas páginas editoriales. En lugar de enfrentar el chantaje y usar otras alternativas legales que tenía, Obama aceptó todas las exigencias de los republicanos, con lo que evitó una crisis económica a corto plazo, pero dejó las semillas para una catástrofe mayor en el futuro. Por eso la reacción negativa de los mercados, donde se desplomaron los precios de las acciones, y la rebaja, sin precedentes, en la calificación de la deuda de EE.UU.

 

El meollo de la cuestión son las políticas para disminuir el déficit fiscal. Demócratas  y republicanos, liberales y conservadores, reconocen que el déficit de ese país es demasiado grande -cerca del 10 por ciento del PIB-, pero son más grandes las diferencias de opiniones sobre el origen del déficit y sobre la forma de reducirlo.

 

Para los extremistas del Tea Party la única causa del problema es el aumento del gasto público que han hecho los gobiernos demócratas y, por lo tanto, la única solución aceptable es la drástica reducción de los gastos del Gobierno. Por eso le impusieron a Obama un recorte de gastos de 2.5 billones de dólares, que equivalen a lo que produce la economía colombiana en 10 años, y no aceptaron ninguna propuesta para aumentar los impuestos.

 

Esta posición es totalmente equivocada tanto en el diagnóstico como en la solución del problema. Con la amnesia selectiva que los caracteriza, los republicanos olvidan que los mayores aumentos recientes del déficit fiscal se dieron en dos gobiernos conservadores: el de Reagan en los 80, cuando llegó al seis por ciento del PIB, y en el de Bush hijo, que le dejó a Obama una economía en bancarrota. Por el contrario el demócrata Clinton terminó su gobierno con un superávit fiscal del dos por ciento.

 

Los gobiernos conservadores también endeudaron más al país: durante el gobierno de Reagan la deuda pública pasó del 26 por ciento al 40 por ciento de PIB; Bush padre la incrementó hasta el 49 por ciento, mientras que Clinton la redujo al 33 por ciento y Bush hijo la llevó por encima del 60 por ciento del PIB.

 

Reagan y Bush hijo aumentaron el déficit por una combinación de tres factores: la recesión económica, la reducción de impuestos a los más ricos y el aumento del gasto militar. Obama heredó la recesión y las guerras de Irak y Afganistán, no ha podido subir los impuestos por el bloqueo de los republicanos, y tuvo que aumentar el gasto público para reactivar la economía, todo lo cual ha llevado a que el déficit y la deuda sigan aumentando. Mientras las ideologías de la extrema derecha controlen el Congreso norteamericano, no será posible una recuperación de la economía de ese país.

Credito
MAURICIO CABRERA GALVIS

Comentarios